La repera patatera que lo flipas

Cuando en la época de Aznar fue ministro de alguno de sus gobiernos el señor Montoro teníamos mucha gente, o por lo menos yo, una idea equivocada de este ministro. No se si sería por la edad o porque evidentemente ocupaba un segundo plano dentro de ese gobierno pero parecía, entonces, una persona prudente y discreta. Parecía además una persona de esas que no hubiera roto nunca un plato y que, aunque no llegaba a causar simpatía, no causaba al menos una gran antipatía.

Cuando alguien tiene que hacer un trabajo desagradable y que le va a granjear enemigos la lógica dice que ese trabajo tiene que ser realizado con la mejor de tus sonrisas y de la manera más suave y discreta posible. Ser ministro de Hacienda en los tiempos que corren no debe ser nada fácil, ante las enormes subidas de impuestos que ha realizado este gobierno es muy difícil que el encargado de recaudar caiga bien y nos parezca simpático, esto es así. Pero reconociendo algo que es evidente lo que no puede hacer el protagonista es ser lo más antipático, chulo y desagradable posible, pues así es Montoro.

Las chulerías y salidas de pata de banco que ha protagonizado Montoro en esta legislatura han sido apoteósicas. En sus enfrentamientos con el colectivo que fuera ha utilizado siempre la amenaza velada por ser quien es para atacar al contrincante: "le puede llegar una inspección de manera inmediata", "yo no hablaría de esa forma teniendo lo que usted tiene". Esto es, Montoro tiene información privilegiada de todo el mundo, dado el puesto que ocupa, y se ocupa de recordarlo en muchas ocasiones; sobre todo cuando el "contrario" le incomoda con sus palabras.

Pues esta forma de actuar, que no parece la más apropiada, si debe serlo no sólo para Montoro, también para sus subordinados. No parece demasiado normal que en su comparecencia ante la comisión de Hacienda del Congreso, el Director General de la Agencia Tributaria utilice términos como "la repera patatera" cuando se refiere a los datos que tienen en Hacienda, no sólo de las personas acogidas a la amnistía fiscal, si no de todos los contribuyentes.

La chulería con la que esta gente está dirigiendo un departamento del Estado tan delicado roza lo esperpéntico. Ya nos imaginamos todos que los datos que manejarán serán muchos, ya nos imaginamos todos que conocerán todo de todos, lo que me parece inimaginable es que ese departamento esté manejado por auténticos chulos de playa.