Tic, tac, tic, tac, tic, tac...Así empezaba Pablo Iglesias a descontar el tiempo que, hace poco más de un año, le quedaba según él para hacerse con la presidencia del gobierno. Tic, tac, repetía constantemente y tic, tac, repetían constantemente sus seguidores como loros amaestrados o como ovejas de un rebaño. De ese tic, tac, pasamos en las elecciones generales a un tic, tic, puesto que no había conseguido, ni por asomo, acercarse a los resultados electorales deseados. ¿Y ahora qué sucede en Podemos cuando se pasa del tic, tac al tic, tic? Pues que empiezan las guerras "Podémicas", empiezan a zurrase entre ellos.
Hay muchas cosas que tienen en común todos los comunistas y la mayoría son malas. Una de las peores cosas que tienen es su ansia desmedida de poder. Un comunista no es alguien que quiera el bien común, ni siquiera mejorar la sociedad o el bien del prójimo; un comunista es un ser ambicioso con un afán desmedido por conseguir su cuota de poder. Ahora imagínense un partido repleto de comunistas, ahora imagínense los navajazos que tiene que haber dentro de Podemos por obtener su cuota de poder, tienen que ser épicos.
Y ahí está ahora el "líder" intentando mantener su posición e intentando mantener a los suyos puesto que el segundo de abordo ya empieza a medrar y a no estar de acuerdo. Cuando un líder comunista detecta el más mínimo conato de traición no se conforma con echar al culpable o cortar su cabeza, necesita como mínimo la cabeza del culpable y la de, por lo menos, diez o doce de su alrededor.
Ahora que ha cortado cabezas ya ha conseguido lo que quería, ha sembrado el miedo y nadie se atreverá a abrir la boca, por lo menos en una temporada. Pero son comunistas y siguen teniendo dentro de ellos ese gusanillo de poder que no les dejará vivir tranquilos mientras no intenten conseguirlo. Las guerras "Podémicas" continuarán y allá que quiero estar yo viéndolas lo más cerca posible porque esas guerras comunistas si me gustan, esas en las que se pegan sin piedad sólo entre ellos.
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