Zapata, ¿inmoral? ¿Gilipollas? ¿Las dos cosas?

Alguien me decía el otro día que consideraba al 99% de las personas como gilipollas. Escuchando esto no pude por menos que decirle que entonces yo para él sería otro gilipollas. A lo que él me contestó muy vehementemente: "Tú no, Javier. Tú eres un tío muy majo". En cuanto me dí la vuelta pensé que el tipo pensaba que yo era uno de esos gilipollas a los que él se refería, pero lo curioso es que yo pensaba lo mismo de él, que era un gilipollas. Siempre englobamos en los demás defectos que, muchas veces, nos afectan a nosotros mismos. Decía Herman Hesse que "cuando odiamos a alguien, odiamos en su imagen algo que está dentro de nosotros" y yo creo que tenía razón. Estamos llenos de defectos y ver ese mismo defecto en otro nos saca de quicio. Es fácil hacer la prueba y no hace falta contárselo a nadie, todos conocemos nuestras limitaciones.

En mi caso el odio no forma parte de mi forma de ser desde hace mucho tiempo, sí la vehemencia y el "pronto", pero llego a superar eso con el tiempo. Olvido, pierdo más de la cuenta, pero todo eso consigue no hacerme daño a mí mismo. Pero una cosa son los defectos y otra cosa es la ética y la moralidad. Lo que está bien está bien, por muchas vueltas que se le de, lo que está mal, está mal y punto. Sea quien sea el protagonista.

Hace unos años el que iba a ser concejal de cultura del ayutamiento de  Madrid, Guillermo Zapata, publicó unos tuits ofensivos contra las niñas de Alcasser, Irene Villa y Marta del Castillo entre otros. Esos tuits tienen dos lecturas, la primera es que ética y moralmente no se puede decir algo así y que, además, afecta a familias a las que les han sucedido acontecimientos especialmente trágicos. Con lo cual Zapata sería un inmoral. La segunda es que Zapata forma parte de ese selecto grupo de gilipollas en el que para unos nos encontramos unos y para otros se encuentran otros. 

Pero lo que me sorprende es la defensa a ultranza que de él hacen sus amigos podemitas sabiendo, como saben en el fondo, que o es un inmoral, o un gilipollas, o las dos cosas. Hay que tener unos límites en la vida que hasta el mayor de los gilipollas debería conocer. Zapata traspasó por escrito muchos de esos límites y debe pagar por ello en un juzgado. Pero es que da igual quien sea, de qué partido sea, a quien represente o incluso si es tu propio hijo. 

Dicen desde Podemos que representan al pueblo, a los desfavorecidos, a los ciudadanos, a la sonrisa. Pero debe ser solo a la de los suyos. Imagínense que en lugar de estar defendiendo a personajes como Zapata, Bódalo y compañía apareciera Pablo Iglesias y nos dijera: "Tienen ustedes razón, su comportamiento es ridículo y el de un auténtico imbécil, que se defienda él solito". Cuantas bocas callarías, Coleta Morada, pero tú no, tú erre que erre, solo porque es de los tuyos. Pero ahora viene la pregunta del millón, si alguno de esos actos cometidos por personajes como Bódalo o Zapata los hubiera cometido gente del PP, por ejemplo, ¿qué habrían dicho? Por favor, que no venga algún podemita a decirme por aquí que lo mismo, que me puede entrar la risa floja.