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La estupidez es la única enfermedad que parece no tener cura

La vida es un cúmulo de problemas seguidos con pequeños momentos de tranquilidad y felicidad. Es decir, la vida es en sí un cúmulo de problemas, la excepcionalidad es no tenerlos. Eso es algo que, siendo malo, no es lo peor. Lo peor de todo, el mayor de los problemas es tener problemas y no saberlo e ignorarlo, aunque es peor todavía no saberlo e ignorarlo por propia voluntad, evitar enfrentarte a ellos.



Todo esto es preocupante a nivel particular, pero a nivel general, en lo que respecta a la sociedad en su conjunto es más preocupante todavía porque convierte a toda la sociedad en ignorante y estúpida. La pérdida de valores en la sociedad no es más que una muestra de su ignorancia y su servilismo con un agravante, que encima el protagonista ignora que está cayendo en esa trampa. La evidencia de todo esto es que el fomento que de la estupidez se practica desde las altas esferas, por parte de los que mandan.

Es alucinante que con todos los problemas que tenemos haya días en los que solo se habla, por ejemplo, de las colas de los perros cuando tenemos problemas infinitamente mayores. No es ninguna casualidad que noticias como esa abran los telediarios o la prensa de todo un día porque lo que se fomenta es el despiste y la pérdida de tiempo y energías en problemas evidentemente menores e inexistentes, no importantes. Es una forma de parecer que hacen, pero sin hacer y el fomento de debates absurdos e irrelevantes. Mientras se habla de eso no se habla de lo importante.

Pero para que suceda eso es necesario que una parte lo fomente, los políticos, y otra caiga en la trampa, el resto de la sociedad. Sociedad que se pierde en temas menores o en problemas inexistentes olvidándose de los importantes e incluso sucumbiendo ante los estúpidos. Es estúpido que un padre acabe convencido que alguno de sus hijos de apenas cuatro años de edad tenga definida cual es su opción sexual y fomente su cambio de sexo e incluso convenza a su hijo de algo de lo que puede arrepentirse el resto de su vida y encima se autoconvenza que es un gran ejercicio de libertad.

La estupidez es el peor de los cánceres puesto que no tiene ningún síntoma físico y cuya cura es prácticamente imposible. Lo peor de todo es que cuanto más se agudiza esa enfermedad en algunos más contagia al resto. Vivimos en un mundo dominado por mayorías en el que las minorías son anuladas y atacadas. Mayorías que, por serlo, se creen en posesión de la verdad y con la obligación de imponer su verdad al resto. Mayorías cuya estupidez es tan aguda que no son ni siquiera conscientes de estar padeciéndola.

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