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Adoptemos un perro, salvemos a un toro, matemos a un niño.



La extraña escala de valores que se está imponiendo en nuestra sociedad en los últimos tiempos nos está sorprendiendo e indignando a muchos. La sensibilidad, el corazón, la empatía y las buenas intenciones se han quedado limitadas a un mensaje de 140 caracteres o a un estado de Facebook, hasta ahí llega la empatía y la solidaridad del 90% de las personas, no más.



Se les salta las lágrimas cuando ven a un perro que necesita ser adoptado para no ser sacrificado o se movilizan ante una corrida de toros, alegrándose cuando le sucede algo a un torero, pero después consideran que un niño enfermo debe ser también sacrificado por "su bien" o que un niño debe ser abortado para que prevalezcan absurdos derechos sobre el que el propio niño tiene a vivir. En estos últimos casos ni hay lágrimas ni solidaridad, hay alegría porque siempre acaba considerándose la muerte del niño o un mal menor, o un derecho de la madre.


Charlie Gard es un bebé británico de 10 meses con una extraña enfermedad genética que unos tribunales han decidido que debe ser eliminado, ante la oposición de sus padres. No se buscan opciones, no se buscan salidas aunque el futuro del niño pudiera ser la muerte por su extraña enfermedad. Un tribunal decide sobre la vida de un niño que no es suyo, con férrea autoridad y con una falta de corazón y solidaridad que da pena, cuando no asco.



Pero lo que más pena y asco da es que no ha habido ningún tipo de movilización social de apoyo, aunque fuera similar al surgido con el perro Excalibur o el que ha surgido cada año con el Toro de la Vega. La vida de un bebé de 10 meses no le importa a nadie, es preferible facilitarle una muerte "digna" que intentar salvar su vida. Muerte digna, curiosa expresión esa para un fin tan terrible como morir, al final todas las muertes son iguales se llamen como se llamen y no puede ser digna una muerte de un bebé de 10 meses, por el que no se hace absolutamente nada para salvarle.


Puede que el apellido "digna" para la muerte se le ocurriera a alguien para intentar calmar conciencias de personas que cada vez tienen menos de personas y más de autómatas teledirigidos. A lo mejor esos que defienden y ni se inmutan por la muerte "digna" de los bebés de otros, no lo hicieran así si el bebé fuera suyo. Otro de los grandes problemas de esta sociedad, no darse cuenta del sufrimiento de otros hasta que la terrible desgracia les lleva a pasar a ellos por lo mismo. A algunos no nos hace falta pasar por ello para darnos cuenta del terrible sufrimiento que debe suponer perder a un hijo, parece que a la mayoría sí.

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