No es independentista, es un pesado

La verdad es que ya me estoy acostumbrando, pero a pesar de acostumbrarme me sigo cogiendo el mismo cabreo cada vez que veo a Mas firmando el papelito para convocar unas elecciones y, después, soltar alguna sandez. Y lo mejor de todo es que justo hace unos días el gobierno, osea nosotros, había decidido que fuera Cataluña la comunidad más beneficiada en el reparto de fondos de la administración central, vamos, como siempre.

Y digo yo que si ese dinero se utilizara para beneficiar a la gente, construir infraestructuras o mejorar la vida de los ciudadanos, pues fantástico. Pero es que para lo único para lo que se emplea ese dinero es para su famoso proceso separatista, para eso están empleando lo que se les da e incluso lo que no tienen. He perdido ya la cuenta de las elecciones pebliscitarias, autonómicas o de cualquier otro tipo que se están produciendo en Cataluña en los últimos años, pero parece haber casi más elecciones que días.

Mientras tanto ahí aparece el careto otra vez de este fantasma del bucle en el flequillo, que parece el dependiente de la planta de oportunidades de Galerías Preciados años 70, con esa voz de perdonavidas otra vez firmando papelajos. Al lado como siempre Shrek, con esa pinta de bañarse en el lodazal todo el día y de llevar las camisas tipo Camacho en el mundial de Corea. Y en estos dos patanes han puesto su confianza los catalanes. 

Yo hace mucho tiempo que no paseo por Barcelona, pero he visto a la mayoría de la gente con mucho mejor aspecto que estos dos pintas para poder dirigir nada. Estos dos en la Comunidad Autónoma y Ada Colau en el Ayuntamiento parece que ha sido una apuesta por elegir lo peor de lo peor. 

La verdad es que todo lo que puedan decir estos no me preocupa lo más mínimo, ya me aburre, porque es eso lo que está consiguiendo Arturito el fantástico, aburrirnos. Nos cuela el proceso separatista a cada segundo porque no tiene más de qué hablar, porque del resto no hay ni siquiera gobierno. El resto de los asuntos de Cataluña deben funcionar por una especie de inercia propia porque dudo mucho que ni el preseidente, ni los consejeros, se hayan ocupado de ellos para nada.