Cultos, intelectuales y demás representantes del autobombo

Llevamos unos días en las últimas fechas bastante cargados de incidentes relacionados, digamos que, con asuntos culturales. La habitual gala de los Goya con sus proclamas comunistas de todos los años que ya no sorprenden a nadie, más bien le cansa. También el asunto de los titiriteros proetarras, su encarcelamiento y el ataque de cuernos, ya habitual, de toda la izquierda buenista (sólo para los suyo) y descerebrada (para el 99% de las cosas, menos para lo suyo).

Ha habido infinidad de protestas protagonizadas por los ahoras, las mareas, los podemitas, los ganemos y su puñetera madre. La injusticia, la libertad de expresión, la sátira y, lo que más gracia me hace, la cultura. Cultura, para un comunista, es cualquier actividad realizada por otro comunista o similar. Cultura no es, por ejemplo, la obra realizada por Salvador Dalí, ya que Salvador Dalí es facha y un facha es imposible que haga cultura por eso, porque es facha.

Pero ya no es sólo eso, cultura para ellos también es cualquier chorrada que se haga, que ellos digan que es intelectual o culta. Pintar un garabato, por el que a un niño de 2 años le pondrían un cero en el colegio, o hacer un giñol no importando para nada el texto o el guión, si no el simple hecho de mover una marioneta. La cultura y la intelectualidad están muy sobrevaloradas en España, casi tanto como el sexo. Cualquier basura que sea representada encima de un escenario, proyectada en una sala de cine, escrita en un papel o dibujada en un lienzo es cultura para ellos, cuando en la mayoría de los casos nos es más que eso, basura, o como mucho un simple negocio.

Después son ellos mismos los que se llaman a si mismo intelectuales o cultos, cuando no son más que unos engreídos con un ego más grande que España entera y que no hacen más que el tonto habitualmente. Exigen, además, una subvención del estado y que se baje el IVA, sólo de su actividad (esto es: una doble subvención). Son, en general, unos puñeteros vagos que pretenden vivir del cuento y de un postureo y un artisteo que no han visto ni en pintura, nunca mejor dicho, y unos vividores cuyo único fin es vivir de los otros. Amparados bajo su manto de culturalidad e intelectualidad, que no es más que una mentira sobre otra.

Después son ellos los que tachan a Pemán o a Jardiel Poncela de asesinos y no sólo pretenden quemar su obra, también pretenden que se les olvide porque no eran militantes de lo que es ahora el pensamiento único. ¿Quemar libros? ¿De que me sonará eso, eh "intelectuales" casposos?