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De nuevo en la cima



A Carlos le costó encontrar el camino por el que había ascendido a la cima hacía ya cinco años. La vegetación lo cubría casi al completo, pero esta vez había ido mucho más preparado que la primera que lo había conseguido ascender. Un pequeño machete le ayudó a cortar aquellas ramas de ortigas con unas espinas tan puntiagudas que daban miedo solo de verlas. Cinco años eran los suficientes para que su cuerpo hubiera notado un cansancio más acentuado que la primera vez. Si entonces ya le pareció difícil, ahora le estaba costando el doble. Pero le hacía mucha ilusión volver a ascender a aquella cima, y eso podía más que el agotamiento físico.

A pesar de todo eso su cerebro se situó en el mismo punto, en cinco años atrás y en una emoción  que le producía todo aquello como si hubiera sido la primera vez. ¡Cinco años ya! La única vez que había estado tan cerca de volver por allí fue cuando se encontraba en aquel cruce, pero al final pudo más su orgullo que su corazón y decidió poner rumbo a Madrid a pasar otro solitario fin de semana. Aquello provocó un punto de inflexión en sus sentimientos con respecto a María. No volvería a plantearse el volver a verla y así lo hizo, poco a poco el tiempo fue haciendo su trabajo y colocó a María en el lugar que ocupaban en su cerebro los buenos recuerdos, sin más.

Su vida, por lo demás, no había cambiado demasiado. Los niños se habían hecho mayores, su trabajo funcionaba más o menos bien y su vida sentimental seguía en el mismo punto, un punto que él ya no deseaba que cambiara. Se había acostumbrado a estar solo y a cubrir de vez en cuando sus necesidades físicas, pero sin ningún tipo de compromiso. A veces se arrepentía de ello, pero otras, la mayoría, se encontraba tranquilo, sin más. No aspiraba a encontrar a nadie afín a él, era algo que tenía completamente asumido y que le evitaba pasar por el trance de una ansiedad y una búsqueda innecesaria. No lo descartaba, pero tampoco lo ansiaba, estaba tranquilo y su mente se había ido amoldando a todo aquello.

Su decisión de volver a repetir la ruta de cinco años antes se había debido a rememorar buenos y ya viejos recuerdos, a una cierta y entrañable añoranza. Estaba deseando pegarse un buen baño en aquel riachuelo que nacía en la cima, como había hecho la primera vez. Estaba deseando tumbarse al sol para secarse, como entonces, y disfrutar de aquellos momentos como le había sucedido aquel día de cinco años atrás. El camino parecía más empinado que entonces, pero las ganas de llegar le ayudaban en el ascenso. Hay veces que la ilusión te lleva donde no llega la capacidad física.

Y allí se encontraba de repente en la cima como la primera vez. En esa cima sí que parecía que nada hubiera cambiado. Allí seguía el riachuelo como esperándole, como dándole la bienvenida y allí seguía aquel paisaje que tan grabado había quedado en su cerebro. Incluso el día parecía haber querido respetar sus recuerdos y la temperatura era similar, si no igual, de la que había disfrutado entonces. Se desnudó y dejó la ropa en la orilla, zambulléndose en las frescas aguas que le provocaron las mismas sensaciones que le habían provocado aquel día que parecía tan lejano.

Y es que ahora lo tenía todo mucho más planificado que la primera vez. Ahora sabía qué hacer después de bañarse y de secarse. Seguiría, como hizo entonces, el camino que aquél riachuelo le marcaba para llegar a donde él quería, a volver a ver a una amiga. A reencontrase con María. Ese reencuentro le provocaba un cierto miedo, el de hacer volver a sacar a la luz unos sentimientos. Sentimientos que él ya creía tener controlados.

Continua



Bien, vine a casa
como una piedra (rodando?),
y caí pesado en tus brazos,
estos días de polvo,
que hemos conocido,
saldrán volando de un soplido con este nuevo sol.

Y me arrodillaré, por ahora esperaré,
y me arrodillaré, conoceré mi tierra.

Y esperaré, esperaré por ti,
y esperaré, esperaré por ti.

Así interrumpiré mi paso,
y me suavizaré 
Tu perdonarás y yo no olvidaré,
sabiendo lo que he visto,
y a él, con menos (le veré menos, le apreciaré menos?)
Ahora, de alguna manera,
me sacudiré el exceso.

Y esperaré, esperaré por ti,
y esperaré, esperaré por ti.
Y esperaré, esperaré por ti,
y esperaré, esperaré por ti.

Así que seré audaz,
así como fuerte,
y usaré mi cabeza junto a mi corazón,
así que tomo mi carne,
y fijo mis ojos,
y ato mi mente, libre de las mentiras.

Y me arrodillaré, por ahora esperaré,
y me arrodillaré, conoceré mi tierra.

Levanto mis manos,
pinto mi espíritu de oro,
inclino mi cabeza,
mantengo tranquilo mi corazón.

Porque esperaré, esperaré por ti,
y esperaré, esperaré por ti,
y esperaré, esperaré por ti,
y esperaré, esperaré por ti.

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