Los atentados de la pasada semana en París han supuesto una ola de miedo en los gobiernos europeos, y de preocupación en gran parte de la ciudadanía, que ha llevado a que se vuelvan a plantear medidas de seguridad y de información sobre los ciudadanos. Y es que parece que el riesgo de nuevos atentados es patente, más cuando los radicales islámicos hacen uso de los llamados “lobos solitarios”, personas que actúan de forma independiente de cualquier otras células terroristas, a las que en la mayoría de los casos ni conocen.
Y ante ese riesgo de ataque terrorista se plantea por nuestros políticos una reducción de nuestras libertades, por ejemplo con la puesta en marcha de un registro de movimientos de los ciudadanos europeos (en un principio de vía aérea), aunque también se habla de la posibilidad de que, en determinadas circunstancias, se pueda retirar el documento de identidad de sospechosos para evitar la salida del país que corresponda.
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