España, el orgullo de ser el país más rico del mundo
Cuando alguien habla de República Bananera a quien le escuche automáticamente le viene a la cabeza cualquier país africano o sudamericano sin que nos demos cuenta que nosotros, los españoles, vivimos en una auténtica República Bananera, que la Unión Europea está formada por un montón de Repúblicas Bananeras que presumen de lo contrario.
Leo hoy que empieza a destaparse un nuevo caso de corrupción. En época del indefinible presidente Zapatero, el soplagaitas, en el ministerio de trabajo, mientras fue dirigido por Celestino Corbacho y Jesús Caldera, han aparecido numerosas irregularidades en la concesión de contratos públicos viéndose incrementados, todos ellos, en su presupuesto inicial de forma no justificada.
La enésima tomadura de pelo, el enésimo robo a todos los españoles, el enésimo caso de corrupción política descubierto en España. Ni Albert Einstein sería capaz de citar de memoria todos los casos de corrupción descubiertos en los últimos ocho años, ni mucho menos a lo largo de la democracia española.
La situación lleva siendo demencial desde hace ya demasiados años, pero lo más sorprendente de todo es que a pesar de todos los casos que conocemos, y lo que es peor, de los que no conocemos el estado siga pudiendo pagar pensiones paro, etc.
¿Quiere esto decir que somos el país más rico del mundo?
¿Como es posible que a pesar de todo siga habiendo dinero?
La solución para esto es bien sencilla, la casta política nos sigue friendo a impuestos y los agujeros que ellos mismos provocan los vamos tapando los mismos de siempre, los tontos de los españolitos de a pie.
Mucha gente se está forrando a nuestra costa, las comisiones vuelan en los consejos de ministros, en las comunidades autónomas, en los ayuntamientos, en las diputaciones y mientras tanto nosotros vivimos de las migajas que ellos nos dejan.
La paciencia tiene un límite y los españoles o tenemos mucha paciencia o somos demasiado tontos pero, lo que está claro, es que no somos los más ricos del mundo.
Ya empieza a estar uno harto que las migajas con las que nos quedamos sirvan para sobrevivir a duras penas y no para vivir con un mínimo de dignidad.
Ya empieza a estar uno harto de tanto político casposo y sinvergüenza.
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