El socialismo del terrateniente

En España se relativizan mucho las cosas que hayan sucedido a medida que va pasando el tiempo por ellas. Puede suceder una desgracia terrible pero todos tendemos a relativizarla a medida que se aleja en el tiempo. Hay personas que tras haber cometido errores en su momento, ese tiempo que pasa, hace que las vayamos viendo de otra forma e incluso a veces con su cambio de actitud las veamos como unas personas completamente distintas a como las habíamos conocido.

Desde el año 1982 al año 1996 gobernó en nuestro país, y de manera ininterrumpida, el PSOE de la mano de Felipe González. Fueron muchos años, demasiados, en los que tras una efímera ilusión inicial descubrimos a uno de los presidentes de Gobierno más corruptos que hemos tenido la desgracia de padecer. No dejó títere con cabeza, ni una sola de las instituciones del Estado quedó libre de escándalos y de corrupción. La Guardia Civil, la Cruz Roja, El Boletín Oficial del Estado, la financiación ilegal de su partido, el Banco de España. Ministros, Secretarios de Estado, Directores Generales, no hubo un sólo cargo importante de la administración del estado que no pasara por prisión. Incluso el propio Presidente del Gobierno tuvo pie y medio en prisión a causa de los famosos GAL.

Tras abandonar la presidencia del gobierno en el año 1996 empezó a dar conferencias, a pertenecer a consejos de administración de empresas privadas y a trabajar para el hombre más rico del mundo Carlos Slim. De la chaqueta de pana pasó al chofer y a los fondos de capital riesgo que no es precisamente ser muy socialista que digamos. 

Durante todo este tiempo no ha tenido ningún inconveniente en participar en actos públicos de su partido, de esos en los que al final se canta la Internacional puño en alto. Da charlas, conferencias, entrevistas, mítines, en los que habla dando normas, ideas y consejos sobre la situación política y económica de nuestro país como si se tratara de un Apóstol hablando de la palabra de Dios. Y lo peor de todo no es que él se crea a sí mismo si no que muchos de los que le escuchan lo hacen como si estuviera hablando el mismísimo Dios, olvidándose de todo lo que hizo mientras fue presidente del Gobierno.

El autor de la famosísima frase "antes que marxista hay que ser socialista", se acaba de comprar una finca de caza de 120 hectáreas, la ilusión de su vida. Ahora resulta que la ilusión de la vida del socialista del puño en alto era ser terrateniente. Está claro que cada uno puede hacer con su dinero lo que le de la gana, pero todo depende de donde haya venido ese dinero.