Al Rey se le acabó la magia.

Hay gente que cuando se va haciendo mayor y ve acercarse su edad de jubilación tiene impaciencia porque esta llegue. Otros muchos, los menos, no sabrían que hacer sin trabajar y ven en la fecha de su jubilación un día fatídico que esperan que llegue lo más tarde posible. Quizás sea por el amor a su trabajo y por el miedo a no saber que hacer sin trabajar.

Entre estos últimos está claro que se encuentra el Rey de España, no quiere jubilarse y no se ha dado cuenta que ha sobrepasado su edad de jubilación con creces. Pero en el caso del Rey no creo que sea por su especial amor al trabajo si no por realizar un trabajo que, pasados los años, nos ha demostrado que no es demasiado estresante y si espléndida y excesivamente remunerado. El Rey quiere seguir con su protagonismo, un protagonismo ya perdido, y está claro que ya sea por su edad o por su ineptitud lo único que está consiguiendo es que todos nos hayamos dado cuenta que está perdiendo el norte.

Hoy se ha celebrado el tradicional acto de la Pascua Militar con un Rey que evidenciaba una falta de facultades alarmante. A duras penas consiguió dar su discurso, lleno de balbuceos y errores, y a duras penas se conseguía mantener en pie. Con todo esto el Rey está demostrando ser una persona bastante soberbia porque dudo mucho que no tenga cientos de asesores a su alrededor desaconsejándole presidir este tipo de actos ante su ya más que evidente incapacidad.

Algunos ya llevamos unos cuantos años no creyendo en él, otros lo llevan haciendo desde hace mucho menos tiempo y a todos, incluso a los pocos que todavía creen, nos está demostrando que en lo único que piensa este hombre es en si mismo. Ni en España, ni en los españoles, en si mismo, y así lleva siendo desde siempre. Pero desde siempre no es desde hace un tiempo, desde siempre es incluso desde antes de llevar la corona. Ahora ya es demasiado tarde pero si gente ya fallecida pudiera hablar, cuantas sorpresas nos llevaríamos. Algunos más que otros.