Empresario, oficio de alto riesgo

La muerte tanto de Emilio Botín como de Isidoro Álvarez ha demostrado que en este país hay muchos que tienen un desconocimiento absoluto de lo que es ser empresario, además de haber mucho tonto. En primer lugar tanto Emilio Botín como Isidoro Álvarez no son empresarios normales son grandísimos empresarios. Como personas habrán tenido miles de defectos a lo largo de su vida, no como algunos comunistas rastreros que han sido tan feroces en sus criticas, pero después de que ellos murieran claro. Esos comunistas son unas personas perfectas, vaya. Pero como de todo hay en la viña del señor aprovecharon la muerte de estas dos personas para cargar contra el capital, contra el empresariado y hablar de las bondades del proletariado y del obrero. Como observarán todo este lenguaje ya un tanto anticuado, y más viniendo de esta gente que desconoce incluso los orígenes del comunismo y, sobre todo, quien lo financió. ¿A alguien le suena Rockefeller? Pues eso.

Retomando el tema, ser empresario en España es, para empezar, un oficio de riesgo. Vayamos por partes, lo primero que hay que tener para ser empresario es el valor de emprender e ideas. Una vez tengas el valor y las ideas hay que tener dinero, dinero que si no tienes hay que pedirlo prestado, y devolverlo, por supuesto. Una vez tengas todo eso ya hay que prepararse para pagar impuestos, como un loco oye, prácticamente a diario. Porque el gobierno de este país, al que tanto le gusta hablar de emprendedores, no mueve un dedo para que la gente emprenda, no da ni una misera ayuda, y si lo hace es como si hicieras un pacto con el mismísimo diablo.

El primer proletario y obrero de una empresa es su propio dueño, si tiene la desgracia, para empezar, de necesitar empleados desde el primer día lo único que hace es poner de su dinero para el empleado y para el estado sin, en principio, recibir nada a cambio. Si el emprendedor tiene la suerte de que la empresa vaya bien, fantástico, pero, como es lógico tiene que ganar más que sus empleados, vamos digo yo. Si la empresa va bien miel sobre hojuelas para todos. 

Pero, ¿y si va mal? Si va mal el que menos debe preocuparse a corto y a medio plazo es el empleado. El estado garantiza unos ingresos para él, paro, durante un periodo de tiempo determinado. Además el empresario se debe hacer cargo de su liquidación, vaya como vaya la empresa. El empleado tiene la oportunidad de rehacer su vida sin  preocuparse, repito a corto plazo, del asunto económico. Pero, ¿y el empresario? Al empresario ni un duro público, es más, si tiene la mala suerte de no poder pagar sus deudas le perseguirán de por vida, ya sea un banco o ya sea el estado, y le anularán administrativamente hablando.

El capital, el proletario, eso no existe, salvo en casos muy excepcionales, en este mundo el 99% de las personas son obreros y trabajadores, el primero el propio empresario. Empresario es el dueño de un bar que tiene que estar al pie del cañón los 365 días del año, por ejemplo, menudo explotador de la clase obrera, ¿verdad? Botín y Álvarez fueron grandes empresarios pero de esos en el mundo hay cuatro contados. Las críticas vertidas contra ellos el otro día fueron repugnantes, pero ya mezclar a todos los que nos hemos jugado nuestro dinero particular, y nos lo seguimos jugando, demuestra cuanto tonto hay que habla más de la cuenta.