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Colomer el jeta

Era la planta 15 del edificio de oficinas de esa gran multinacional la planta donde se desarrollaban todos los trabajos administrativos de la misma. Estaba la persona dedicada a la contabilidad, la de las relaciones con los proveedores, después el administrativo comercial, redacción de presupuestos, en fin, no todo lo relativo a esa empresa se cocía en esa planta y pasaba por ahí. De los diecisiete empleados de esa planta había muchos tipos de personas, unos más amables, otros más simpáticos, otros de peor carácter, como en cualquier grupo humano. Pero el hecho era, que a pesar de lo diferentes que eran y de las muchas discusiones que tenían a veces entre ellos siempre sacaban, tarde o temprano, el trabajo adelante.

Pero había algo que les traía a todos por la calle de la amargura: el sueldo, ¿cómo no? Todos desarrollaban un trabajo similar, pero el sueldo no era el mismo. Por razones que nunca llegó a explicar la dirección de la empresa de los diecisiete había algunos que ganaban más y otros que ganaban menos, nunca nadie supo por qué, pero era así. Para evitar problemas de celos entre los empleados nunca se hablaba de ello, era como un tema tabú del que todo el mundo procuraba no hablar para que hubiera buena relación, pero lo curioso de todo era que quien más hablaba de ello y quien más se quejaba era el que más ganaba, era Colomer.

Colomer se ocupaba de todo lo relacionado con el departamento de producción de la empresa, gestionaba las nóminas del departamento, la contabilidad, la relación con proveedores y la ejecución de los presupuestos. A pesar de ser quien más ganaba, era quien más se quejaba de la empresa y el que más problemas económicos tenía en casa. No es que su familia fuera diferente, estaba casado, como todos los del departamento y tenía dos hijos, todos en el departamento tenían hijos, pero los problemas económicos que tenía en casa eran terribles.

No se sabe si por sus problemas económicos o por su forma de ser siempre pedía adelantos a la empresa, que se le concedían y que nunca devolvía, pero siempre con exigencias y mala educación. Sorprendéntemente, el departamento de personal de la empresa nunca ponía pegas a adelantarle dinero y nunca le decía nada a pesar de los muchos desplantes y las malas formas que Colomer utilizaba contra ellos; algo que a los demás no les permitían.

Cuando los que más confianza tenían con Colomer le preguntaban por el motivo de sus problemas económicos siempre contestaba lo mismo: "soy el que más trabajo de aquí y el que más cargas familiares tengo y encima la empresa nunca me da lo que le pido, ya me estoy hartando, me voy a acabar yendo de la empresa". Dada la edad que tenía Colomer, 50 años, era muy difícil que encontrara trabajo en otra empresa similar a esa, y menos con el mismo sueldo, si decidiera irse sería probable que tuviera que montar algo por su cuenta y tal y como estaban las cosas era difícil que le fuera bien. Eso era algo que sabían todos, incluido el propio Colomer. 

Todo esto no afectaba al resto de los compañeros de Colomer y procuraban no hablar de ello por mantener un buen ambiente laboral. Pero de un tiempo a esta parte eran tan constantes las quejas y las voces de Colomer pidiendo adelnatos que sus compañeros se empezaban a hartar. Todos sabían más o menos de las vidas de todos y en el caso de Colomer también. Todos sabían que las quejas de Colomer eran falsas, su familia era encantadora y no le daban ningún problema que obligara a Colomer a tener más gastos de los normales, una esposa trabajadora y prudente y unos hijos que eran buenos estudiantes y responsables. El problema económico lo estaba generando el propio Colomer.

Desde hacía ya algún tiempo tenía la equivocada idea que la empresa funcionaba sólo porque él estaba ahí. Era tal su auto-convencimiento de ello que hacía mucho tiempo había decidido montar un negocio similar al de aquella empresa invirtiendo mucho dinero y llevándose incluso mucho material confidencial de la misma, pensaba montar un negocio, pero aprovechándose de su empresa no sólo económicamente, también sacando ficheros de proveedores y clientes.

Todos sabían de ello, incluso la propia dirección de la empresa lo sabía, pero incomprensiblemente la dirección no sólo no hacía nada, atendía siempre sus peticiones económicas. Por la empresa se rumorea que hace tiempo Colomer hizo algo importante para que el actual consejero delegado fuera nombrado y aquel favor todavía se está pagando, Colomer se sigue aprovechando de ello.

Ahora llegan las Navidades y desde personal les han dicho, con una gran alegría, que la empresa ha tenido un gran año y que este año les toca repartir un jugoso aguinaldo entre los diecisiete. Todos pensaban, como es lógico, que el reparto iba a ser a partes iguales, pero se acaban de enterar, una vez más, que a Colomer le van a dar más de la mitad. Colomer siempre les había dicho que se quería ir de la empresa y los compañeros siempre le intentaban convencer que no lo hiciera, que los diecisiete formabann un gran equipo, ahora ya no. Ahora ya pensaban que estaban tan hartos de Colomer que pensaron que a pesar de que él se fuera, no pasaría nada porque todavía quedarían los otros dieciséis, todavía la mayor parte de ese gran equipo. 

Nadie es imprescindible, los independentistas catalanes tampoco. Es más, en el caso de los independentistas catalanes, son totalmente prescindibles.

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