Muere una niña y sigue sin pasar nada

Muere una niña de 8 años debido a una peritonitis esperando más de dos horas a que una ambulancia fuera a atenderla. No, esto no ha ocurrido en ningún país del continente africano, del llamado tercer mundo. Esto ha ocurrido aquí, en España, en Blanes, en la provincia de Gerona y hace unos días, no es una noticia del siglo XIX. Mientras tanto el máximo responsable político de esa comunidad autónoma se estaba gastando 120.000 euros en una conferencia para intentar vender su proceso separatista y no pasa nada. Aquí sigue sin pasar nada, unos padres han perdido a su niña de 8 años por una terrible negligencia, ¿qué más da? Uno o dos días de escándalo y asunto olvidado, pero no para esos padres y para esa niña.

Pensamos que el gran problema de este país es que gobierne uno u otro partido, pero da igual, ese no es el problema. Los miembros de cualquiera de los partidos con poder en España están solo interesados en ellos y en seguir sacando lo máximo posible de nuestros bolsillos exclusivamente para ellos. Unos son separatistas, otros comunistas, otros socialistas, los de más allá no se sabe lo que son, pero hay una evidencia, son todos iguales. Pero el problema es el sistema y nosotros como pueblo deberíamos ser los que dijéramos basta ya.

Pero hay un problema con el pueblo, que cada uno tiramos hacia un lado. Esos vividores de lo nuestro se han ocupado durante mucho tiempo en convencernos de que unos son los buenos y otros los malos y mientras los unos nos pegamos con los otros, ellos siguen haciendo lo mismo y cada vez con más descaro. Divide y vencerás, esa máxima no ha fallado nunca, con nosotros tampoco.

Mientras tanto se ha producido otra aberración más con el fallecimiento de esa niña. Un hecho que mañana olvidaremos todos y que colocaremos en un lugar perdido de nuestro cerebro. Pero no los padres de esa niña, o los abuelos, o los de cualquier familia que haya pasado por una circunstancia similar y de la que ya no nos acordemos. Y eso no es culpa ni de los políticos, ni del sistema, es culpa nuestra por permitirlo. Por no llenar nuestras redes sociales de protestas pidiendo explicaciones. Mañana volveremos a seguir participando de su juego, como ese perro al que le tiras el palo cien veces y cien veces va y vuelve a por él para que se lo vuelvan a tirar. Qué bien enseñados nos tienen.