Pablo Iglesias, eres más cursi que un tanque con visillos
«Ninguna formación cuenta hoy con el tesoro con el que cuenta Podemos: la ilusión por la belleza de lo que estamos construyendo»
«Nuestros adversarios no soportan nuestras sonrisas, nuestros besos... No soportan verme fundido en un abrazo con Juan Carlos Monedero»
Que suene música de violines, que nos pongan imágenes de cisnes surcando algún maravilloso lago del norte de Europa. Que nos pongan también unos lindos unicornios rosas sobrevolando lindos cielos azules. Que ha llegado Pablo, "el hombre que lo cambió todo y al que más admiro", a sacarnos la lágrima fácil, a ponernos el vello de punta para que, con la alegría que da la esperanza, depositemos el voto en la urna celestial que ha de marcar nuestro futuro.
Que llegue Pablo Coelho Iglesias a gobernar, cual bello macho alfa, y que nos ilumine el futuro con un halo de luz que no se apague nunca. Que la gente cante, que la gente sonría por las calles, que la alegría del futuro perfecto y la dicha continua nos llegará con él. Que el mismísimo cielo se abra para que unos rayos de ese precioso sol comunista le iluminen y nos guíe en el camino a la dicha y a la felicidad eterna.
Que el cazador de fachas, que se pega con lúmpenes, nos muestre su mensaje de dicha y nos enseñe a conocernos a todos mejor. Que suenen clarines y trompetas, que las ninfas de Femen nos enseñen sus tetas para siempre, que Él nos va a gobernar. Que la belleza de la muerte, que todo comunismo trae, nos atrape en su manto de desesperanza y de no futuro. Que Él ha nacido para guiarnos. Que el nieto de el de las sacas y el hijo del de el FRAP ha venido para dicha y gozo de todos.
Que el tío más falso y cursi que ha parido la política española nos quiere hacer comulgar con ruedas de molino. Que el narcisista y ególatra más grande que ha dado España en los últimos decenios nos quiere tangar. Que el lobo se quiere ocultar con piel de cordero y está ávido de poder. Que allí donde gobierna alguno de los suyos ya lo demuestra hartando a la gente, sí a esa a la que pretendía hacer sonreír por siempre. A esa a la que en su momento consiguió colocar su discursito fácil, ramplón y cursi de narices.
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