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Sissi emperatriz y el clítoris de Carmena

En estos días que nos encontramos en plena campaña electoral están todos los candidatos apareciendo en los programas televisivos y radiofónicos más extraños. Esas apariciones están generando un pequeño debate sobre si son apropiadas o no, puesto que se basan en ver al político desde un punto de vista más personal y alejado de su profesión, hablando de asuntos más privados. A mi esas apariciones me parecen bien, no hacen daño a nadie aunque únicamente forman parte de una promoción personal más con un único fin: ganar unas elecciones.

El problema, para mi, existe cuando ese político consigue alcanzar sus objetivos: presidente, diputado, alcalde, etc.. Y continua, no sólo permitiendo ese tipo de discursos, incluso fomentándolos, ese es el caso que se está produciendo con Manuela Carmena, alcaldesa de Madrid. Desde que ha llegado a su puesto, la señora alcaldesa, no ha hecho más que realizar discursos absurdos, colocar a familiares y tomar decisiones, que vende como propias, y que proceden de decisiones tomadas del equipo gobernante anterior. Las únicas apariciones de la alcaldesa estrella en prensa han sido para hablar de cosas poco importantes o para facilitarnos información ni deseada, ni necesaria.

En la más reciente entrevista, realizada por la escritora y periodista Maruja Torres, nos ha informado, la señora alcaldesa, acerca de sus fantasías sexuales, su relación matrimonial y su punto G favorito: el clítoris. Pertenecen estas dos personas, Carmena y Torres, a una generación, digamos que perdida, empeñada en que se hable lo máximo posible de ellos por ser políticamente incorrectos e incluso por intentar provocar ciertos escándalos en sus declaraciones.

Para ellas, ya metidas en la tercera edad, el ser políticamente incorrectos y escandalosas es hablar del sexo en general, e incluso del suyo en particular, lo cual ya sería para ellas provocar un escándalo mundial. Estas dos mujeres no se dan cuenta que esa supuesta "modernidad" ya pertenece al pasado: para ser exactos a su pasado. A ese pasado en el que para ver porno o películas eróticas tenías que traspasar los Pirineos, no como ahora que lo tienes en el salón de tu casa y a golpe de ratón.

El hablar de sexo en estos tiempos se ha convertido en algo recurrente con el que a muchos se nos facilita una información que ni nos interesa, ni nos importa. No entiendo por qué he de saber yo con quien se acuesta una alcaldesa y mucho menos donde le gusta que le pongan la mano, en su caso no me interesa, pero además me produce un profundo asco imaginarlo. El sexo me gusta como al que más, pero creo que vivimos tiempos en los que el sexo está absolutamente sobrevalorado, si, muy sobrevalorado. Todo aquel empeñado en darnos ese tipo de información en el terreno sexual sobre el qué, el cómo y con quién, me producen una sensación contraria a la que me intentan transmitir. Ni practican tanto como dicen, hablan de fantasías no realizadas y no son más que un quiero, pero no puedo. El clásico: dime de qué presumes y te diré de que careces. Con un agravante en el caso de Carmena, de lo que nos tendría que hablar no nos habla porque tiene muy poco que decir y, desde luego, nada bueno.

1 comentario:

  1. Ahí les has "dao", como dicen los jovenzuelos. Es la manifestación de la mediocridad más patente. Nacieron mediocres, viven mediocres y morirán mediocres. Pero te diré un secreto, mejor que se entretengan con sus pensamientos vulgares y se olviden de nosotros; porque cuando se acuerdan la mediocridad se convierte en un torpedo contra nuestro bienestar.

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