Y no será porque no habían avisado

Terribles han sido los atentados que han ocurrido en París y que han costado la vida a, de momento, más de 125 personas. Terribles incluso las imágenes que hemos podido ver por las grabaciones de algún teléfono móvil, nos han sobrecogido a todos y nos han impactado, que no sorprendido, o por lo menos a mi no me han sorprendido para nada.

No es que los islamistas no hayan avisado, esta vez nos llevan diciendo desde hace casi un año donde iban a cometer el atentado más terrible. Han sido, por decirlo así, pequeños avisos, aunque un sólo muerto ya es algo terrible, pero desde luego han sido con muchos menos muertos de los sucedidos en este último atentado. Es un hecho llevan avisando durante un año que algo va a suceder e incluso, en este caso, donde iba a suceder.

La cruda realidad lleva siendo así de cruda y así de real desde hace mucho tiempo: estamos en guerra. Es algo muy duro y crudo de decir pero estamos en guerra y no sólo lo estamos si no que llevamos así muchos años. Esta ha sido una guerra que los buenistas europeos no hemos querido ver y que hemos intentado incluso camuflar. 

Ya es mucho el tiempo en que hemos estado amenazados, muchos muertos los que llevamos, en unas ocasiones cayendo de pocos en pocos y en otras, como en este caso, con una cifra terrorífica. Cifras ya similares a los atentados de Nueva York, los de Londres, los de Madrid y los muchos que se han estado cometiendo en Afganistan, Pakistán, Irak, Turquía o Siria, por ejemplo.

No tengo noticias de las reacciones de la izquierda europea, pero la izquierda española con su buenismo y con su valorar sólo terribles las muertes en función a quien sea el muerto y quien sea el que mate, ya nos está demostrando que ellos seguirían abriéndoles las puertas de nuestras casas. De las nuestras claro, porque de las suyas no las abren ni locos. Me pregunto como habría reaccionado la izquierda si los terroristas pertenecieran a una banda terrorista de extremistas católicas, pero vaya, de esas no existen.

Estos no son grupos terroristas a los que estemos acostumbrados. Están bien preparados, están bien financiados y, además, cuenta con mucho descerebrado en sus filas capaces de dar incluso la vida por la causa. Nos enfrentamos a algo terrible con el que es imposible sentarse a negociar en ninguna mesa de Zurich, van armados y están dispuestos a matar a quien sea con tal de sembrar el pánico. El tiempo de las palabras terminó, llega el momento de la supervivencia y de salvar la vida, llega el momento de utilizar armas contra armas.