Hace varias semanas, el fin de semana del descalabro de Pedro Sánchez en el famoso comité federal del PSOE, lo primero que se me vino a la cabeza fue que todo era muy raro. Me parecía raro que todo fuera tan rápido y hubiera tantas bofetadas dentro del PSOE. Me parecía raro, no que quisieran echar a este inútil, me parecieron raras las repentinas urgencias. Poco después de ese fin de semana fueron saliendo noticias sobre el asunto que iban aclarando esas dudas y esas extrañezas. Incluso se llegó a decir que el CNI había intervenido para frenar de golpe un terrible y peligroso pacto al que Sánchez habría llegado con comunistas, separatistas e incluso proetarras, para gobernar. Ese pacto tenía su lógica, de lo contrario era imposible que hubiera podido alcanzar la presidencia del gobierno.
Todo eso se desmontó, le echaron y se fue a calmar sus penas yéndose unos cuantos días de vacaciones, para variar. Ha vuelto y ahora es cuando Sánchez está haciendo su verdadero papelón. Muchos se preguntan qué es lo que hará Sánchez en la sesión de investidura, si se abstendrá o dirá que no. Aunque queden pocas horas para la misma y la respuesta definitiva quede aclarada, a mi me da igual. Diga lo que diga yo creo poder hacer de pitoniso y saber lo que va a hacer.
En principio creo que va a renunciar a su acta de diputado. Pero no creo eso porque Sánchez sea un digno y ponga sus principios por delante de su cartera, todo lo contrario. Lo creo, porque ahora mismo se ha situado en una posición bastante favorable para él, la de mártir. A pesar de presumir todos de ateos, no hay nada que le guste más a la izquierda que un mártir y que un Mesías al que seguir. En eso se puede convertir hoy Sánchez dimitiendo, a pesar de sus evidentes limitaciones intelectuales, en mártir y en Mesias. Algo que buscan con ansia los votantes de izquierda, da igual que intelectualmente sea muy limitado mientras esas carencias las cubra con palabras pomposas y cargadas de populismo.
Con toda esta carga de "lucha y de sacrificio", Pedro Sánchez se presentará a la reelección como Secretario General del PSOE y, estoy seguro, que va a ganar. Y va a ganar porque en toda la izquierda se ha impuesto el tipo de líder podemita y eso es lo que gusta a los militantes del PSOE en general. Sánchez es el Pablo Iglesias socialista, un personaje sin dos dedos de frente, pero con discursos que calan entre los más limitados, que son la mayoría. Esa es mi predicción, puede que me equivoque. Pero no me imagino a alguien tan sumamente ambicioso, como ha demostrado ser Sánchez, absteniéndose y quedándose de mero diputado socialista sin más. Este ha probado las mieles del poder y le gustan más que a un tonto un lápiz.
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