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Treguas navideñas y sus consecuencias


Es una de las historias más bonitas y emotivas que he escuchado nunca y, lo mejor de todo, es que además es real. Se trata de la tregua navideña a la que llegaron los soldados alemanes, ingleses y franceses desde sus respectivas trincheras durante la Primera Guerra Mundial. Debido a las fechas en las que se encontraban, 24 de Diciembre, los recuerdos y la tristeza de no encontrarse entre sus seres queridos provocó en ellos el deseo de celebrar la Navidad. Y lo mejor de todo fue que decidieron hacerlo también con sus enemigos, pactando una tregua, intercambiándose regalos y jugando un partido de fútbol. Y todo eso poco antes de volver a tener que luchar de nuevo.

Lo curioso y trágico de esta historia fue como en realidad los combatientes no tenían nada los unos contra los otros. En realidad se estaban matando por cumplir órdenes. En cuanto los altos mandos se enteraron de esa tregua, los protagonistas pagaron las consecuencias. A unos les enviaron a un frente mucho más duro para combatir como castigo, mientras otros fueron ejecutados por aquel acto de generosidad y de humanidad. Es decir los que se jugaban la vida solo por cumplir órdenes fueron castigados por quienes solo ordenaban y hacían jugarse la vida a los otros.

Hay gente que se pega e incluso a veces llega a matarse en nombre de un partido político, de un líder político e incluso de un equipo de fútbol. Todos nos hemos colocado en unas trincheras, las de un bando u otro, en función a una ideología o cualquier otra circunstancia y nos pegamos en nombre de no se sabe quién la mayoría de las veces, porque ni siquiera lo hacemos casi nunca en nuestro nombre. Parece como si estuviéramos cumpliendo algún tipo de orden, muchas veces sin ni siquiera conocerla, y atacamos a otro del lado opuesto al que ni siquiera conocemos.

Las trincheras de ahora no son físicas, las vemos todos los días en las redes sociales y los que las organizan ni siquiera aparecen en ellas. Simplemente dan la orden sin que nadie se entere y se ocultan amparados en el anonimato y el silencio mientras son otros los que se parten la cara por ellos. La famosa mano que mece la cuna. Cada vez tengo más claro que todos las circunstancias que se dan en cada bando no son casuales, son completamente orquestados por alguien que vive mucho mejor que los combatientes y lo peor de todo, que vive de quienes combaten y se parten la cara. Venden la defensa de supuestas libertades o principios que no son más que ilusiones para que los que combaten crean luchar por algo y busquen un enemigo que nunca han tenido. Nos deberíamos colocar todos en la trinchera sí, pero en una todos juntos para combatir a los verdaderos enemigos. Esos cuyas manos mecen la cuna y que viven extraordinariamente bien gracias a descerebrados que se parten la cara por ellos.

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