Como bien dice el dicho, unos nacen con estrella y otros estrellados. La infancia es un momento de la vida del que la mayoría tenemos buenos recuerdos. Los juegos, los amigos, los veranos, las vacaciones y sobre todo, la falta de preocupaciones, son momentos de esa época de la vida que nadie olvidamos. Pero por desgracia no todos los niños tienen la gran fortuna de pasar una infancia sobre todo sin eso, sin preocupaciones. Tener tan solo once años y padecer una grave y rara enfermedad, como le sucede a Nadia, es algo que debe ser terrible para una niña tan pequeña.
La mayoría de niños con enfermedades similares a la suya tienen la fortuna de tener unos padres luchadores y animosos, que pelean contra viento y marea por sacar a sus hijos adelante, para que vivan de la mejor manera posible. Pero vemos que hasta en eso hay excepciones y todas esas excepciones le han tocado a esta pobre niña, todas para Nadia. Ya es mala suerte, haber nacido enferma y tener que estar pasando por lo que está pasando: por tener la gran desgracia de ser hija de unos padres miserables.
Someter a tu hija enferma a una exposición mediática como la han sometido, solo por el beneficio económico ya habría sido demasiado. Pero enterarnos de la noticia de los pen drive con contenidos de pornografía infantil de su hija enferma de once años, ya no tiene perdón. ¿Pero qué se les pasa a algunas personas por la cabeza? ¿Qué clase de basura les riega el cerebro para hacer algo así?
Este asunto debería tener para esos padres el castigo más grave que la ley contemple, pero hay algo más, después está la niña. La niña debe ser atendida por el estado en todo lo que se pueda, no hay que permitir que sufra más. Primero en el ámbito familiar, para que se quede a cargo de una familia que la quiera de verdad. En segundo lugar en el aspecto sanitario, para que lleve lo mejor posible su enfermedad y se olvide del resto de asuntos que han rodeado su corta vida. Tener una enfermedad como la de ella es grave y difícil, pero tener unos padres como los que tiene es todavía mucho más terrible. ¡Ánimo Nadia!
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