Resulta que cuando vivíamos en esa burbuja inmobiliaria en la que el paro bajó de esa forma tan espectacular e incluso una persona que no había acabado la EGB ganaba hasta 3.000 euros al mes todo nos parecía bien. Vacaciones lo más lejos posible, coches de 30.000 euros para arriba, pisos lo más caros posible y cenas semanales en restaurantes de a 50 euros por cabeza. Íbamos al banco a pedir y siempre nos daban, incluso de más. Íbamos al banco a invertir y cada vez que nos soltaban un 8% de interés por nuestros depósitos no preguntábamos de dónde venía. Pero todo eso se acabó.
Llegaron las vacas flacas, llegó el paro, llegaron los recortes salariales, llegaron los sufrimientos y llegaron las culpas, pero siempre las de otros. En la banca sucedió lo mismo, llegaron las pérdidas de beneficios. Llegaron las caídas de las Cajas de Ahorro y de los políticos que las mangoneaban y llegaron los despidos y jubilaciones de directivos con sumas multimillonarias. Nos arruinamos todos y buscábamos culpable mirando hacia los políticos y grandes banqueros, los auténticos responsables, pero estos a su vez miraron hacia bajo y apuntaron con su dedo traidor a los únicos no responsables, los empleados de banca, los bancarios.
Son ellos los que sufren sin culpa alguna las malas gestiones de políticos y directivos, teniendo que dar la cara por ellos. Son ellos los que sufren los enfados de la gente. Las explicaciones sobre las preferentes, sobre las hipotecas, sobre las clausulas suelo. Son ellos los que pagan las iras de la sociedad por algo de lo que no son culpables y no se inventaron. No pueden esperar que les defiendan en su propia casa porque se hacen los locos. Pero tampoco pueden esperar defensa alguna ni de políticos y ni tan siquiera de la mayor parte de la sociedad porque están en el centro de la diana de su ira.
Ahora les han obligado los verdaderos culpables a estudiar para ponerse al día. Les han obligado a volver a pasar por algo por lo que ya pasaron hace años y por lo que ya consiguieron su puesto de trabajo, un examen para ver su preparación para el puesto que ocupan. Y a eso les obligan políticos europeos y españoles, inútiles del tres al cuarto que no serían capaces de rellenar un cuadernillo Rubio de los de preescolar. A eso son obligados los grandes damnificados de antes y de ahora para seguir escondiendo a los verdaderos culpables, los cobardes directivos y los indecentes políticos.
Y ese examen es para cumplir una directiva europea, sí, una directiva europea como esa que se ha pasado el parlamento español por el arco del triunfo, la de los estibadores.
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