El problema no es beber dos Coca Colas, el problema es ser un caradura pijomunista
Si hay algo en lo que la banda podemita cae continuamente es en sus eternas contradicciones. dicen una cosa y por detrás hacen la contraria. Hablan de defender el feminismo mientras por otro lado no tienen ningún rubor para atacar a mujeres, siempre que sean de otra ideología. Defienden a chistosos violentos que se alegran por la muerte de alguien, mientras por otro lado califican un autobús como generador de odio por decir que las niñas tienen vulva y los niños tienen pene, como el que tiene Cassandra la chistosa. Eso hace el podemismo en general, sin ruborizarse y sin cortarse ni un pelo, pero después está Ramón Espinar, el pijomunista.
Ramón Espinar cae en las mismas contradicciones que el resto de sus compañeros, pero con un agravante, este además es un torpe. Va presumiendo por ahí de manera descarada de ser hijo de un obrero, habla de la juventud sin futuro, mientras por otro lado su padre está encausado en la trama de las tarjetas black de CajaMadrid. Se hace un selfie poniéndose ciego en el hotel Ritz de Madrid, participando en ágapes con la "casta", en los que ellos no iban a participar nunca, y va él mismo y lo difunde. Pero la última del "pijomunista number one" es que mientras por un lado pide el boicot a los productos de Coca Cola en toda España, por otro lado le pillan consumiendo a él dos Coca Colas en el comedor de Senado.
Es decir, el pijomunista Espinar además de ser contradictorio y caradura como el resto de sus compañeros, es un torpe de narices. Pero aun queda algo más grave todavía, este "hijo de obrero de tarjeta black de Cajamadrid", con sueldazo muy alejado de esa "juventud sin futuro", que boicotea los propios boicots que él mismo y su formación promueve, es senador. A este le ponen un taco de papeles con un proyecto de ley encima de la mesa y lee la cara del folio que esté en blanco, total, le va a dar lo mismo.
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