Marta del Castillo, el sufrimiento infinito

No tiene sentido ponerme a repasar toda la historia del asesinato de Marta del Castillo, la historia la conocemos todos. Pero veo a los padres y a los abuelos de la pobre niña y no puedo evitar que se me ponga la piel de gallina. 

¿Hasta que límite de sufrimiento es capaz de aguantar un ser humano?

No debe haber nada en el mundo peor que perder a un hijo, los que somos padres y vemos un caso como este sólo de imaginarnos estar en esa situación se nos encoge el alma, asesinan a tu hija de la manera más salvaje que uno pueda imaginarse y, además, los asesinos confesos no tienen ni la valentía, ni el mínimo de generosidad para decir donde está su cuerpo, matan a tu hija y encima no puedes enterrar su cadáver. 

Cuando oyes a esa familia hablar te parecen de otro planeta.

 ¿Como es posible que no se hayan vuelto locos y no estén sumidos en la más profunda de las depresiones? Nuestras reacciones ante este tipo de sucesos deben ser desconocidas para todos nosotros hasta que la desgracia no te lleva a pasar por una situación similar,esta familia, aún con el sufrimiento que deben estar pasando, todavía es capaz de levantarse por la mañana y reanudar la búsqueda de su hija. No recuerdo la cantidad de sitios distintos donde Miguel Carcaño ha dicho haber enterrado el cadáver de Marta y allí han ido, acto seguido, tanto la policía como la familia a buscar desesperadamente.

Y yo me pregunto, en un supuesto estado de derecho, ¿por qué tienen más derechos los asesinos que las víctimas y sus familiares? Marta no tiene derecho a que encuentren su cadáver y poder descansar en paz y la familia no tiene derecho a poder encontrar el cadáver de su hija y así poder seguir su duelo con tranquilidad y sobre todo con privacidad. Pero, eso si, el asesino si tiene derecho a que, para que diga de una vez la verdad, no le partan la cara o le den cualquier medicamento que le haga confesar donde se encuentra la niña. Estoy seguro que la policía, si se lo permitieran, encontraría muchos métodos para obtener la verdad de estos sinvergüenzas.

La última "confesión" de Miguel Carcaño dice que el cadáver de Marta del Castillo se encuentra en la finca sevillana "La Rinconada", esperemos que esta sea la definitiva para que esa pobre familia deje de sufrir.

Con este asesinato estamos comprobando que la capacidad de sufrimiento de una persona puede ser infinito, pero un supuesto estado de derecho debe hacer todo lo posible para que este sufrimiento sea lo más corto y llevadero posible ayudándoles a encontrar la verdad en los asesinos utilizando cualquier método. Mientras esto no sea así el único derecho que prevalece es el del asesino que queda por encima de el de sus víctimas.