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Los sindicatos, la casta apestosa

Que España es un país en el que muchos viven única y exclusivamente de las subvenciones, eso lo sabemos todos. Los partidos, sus fundaciones, las refundaciones de sus fundaciones y sobre todo la casta sindical. Los sindicatos son un engendro que cada vez sabemos menos para que sirve, no sabemos nada del uso que le dan a nuestro dinero, no sabemos nada de lo que se cuece dentro de sus lujosísimas sedes y cada vez son más rechazados por la sociedad. Lo único que sabemos de ellos es que son parte de la casta dominante de este país, una pata más de esa mesa que vive solamente del dinero público y de las subvenciones recibidas por no se sabe bien que cursillos de formación.

Su falta de respeto por lo ajeno es de sobra conocida cuando les es retirada cualquier tipo de subvención y ponen el grito en el cielo. Su falta de respeto por los trabajadores, a quien dicen defender, es de un descaro absoluto. Aplican la nueva reforma laboral a sus propios empleados cuando son ellos mismos los que la han criticado siempre y la consideran injusta. 

Cobran comisiones por cada despido que se produzca en los ERE de cualquier empresa de nuestro país, es decir ingresan dinero cuando un trabajador pierde su puesto de trabajo.
Están implicados en multitud de casos de corrupción siendo el ejemplo más palpable los ERE de Andalucía y su más que probada capacidad para fundir el dinero público, robado, de las formas más vergonzosas y horteras que cualquiera de nosotros pudiéramos imaginar. Célebre es la frase de la madre del sindicalista andaluz que decía: 
"Mi hijo tiene tanto dinero que podría asar una vaca con el".

Pero ya el esperpento absoluto ha llegado con el reciente fallecimiento de la cofundadora de Zara, Rosalía Mera, y sus comentarios irrespetuosos y carentes de toda clase de generosidad humana. Hay que tener valor para que millonarios a costa del dinero público critiquen a millonarios que se han hecho a si mismos y que generan puestos de trabajo y riqueza a nuestro país, todo lo contrario que ellos. Hay que tener valor para defender algo tan plausible como que no se tale un árbol y no tener respeto, aunque sólo sea eso, ante la muerte de una persona sea cual sea el montante de su cuenta corriente.

Hay que tener valor para ser sindicalista y no se te caiga la cara de vergüenza cuando vas paseando por la calle y te cruzas con multitud de ciudadanos a los que te pasas la vida robando. 

1 comentario:

  1. Y van por ahí, estimulando los peores instintos de los mas fracasados. Sostienen que ganar TANTO dinero, es per sé inmoral. Respecto de esa Sra. que gastó su dinero y empleó sus energías en mejorar la vida del prójimo...Nada que decir. Se pone de relieve la miserabilidad de sus críticos.
    Pepa Estravís

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