La izquierda guerracivilista.
Es más que curioso, no tienen un ideario racional, no se guían por la lógica, se guían por el odio, es lo único que les preocupa mantener el odio y sacarlo a la luz en cuanto tienen oportunidad. La reacción que ha tenido la izquierda tras la derogación de la Doctrina Parot y la excarcelación de etarras, asesinos y violadores resultaría sorprendente si no viniera de ellos, de la izquierda. En ellos la anormalidad y la irracionalidad empieza a ser parte de su normalidad y de su extraño raciocinio. Esperan a ver la opinión de sus gurús, de sus líderes y acto seguido hasta el último izquierdista del último pueblo de España repite el mismo mantra.
Da igual que el personaje en cuestión tenga el argumentario limitado, el final de su exposición es prácticamente un porque si, porque me da la gana y van y se quedan tan a gusto, no les importa lo más mínimo dar ninguna explicación más. Según ellos los que estamos en contra de las escarcelaciones de etarras, de asesinos y de violadores, no hemos dicho nada de los muertos provocados por la guerra civil y posterior gobierno de Francisco Franco.
Es un guión facilón y limitado que nada tiene que ver con ETA o con un violador pero que en su limitado cerebro consideran más que efectivo. Si el interlocutor sigue la conversación por donde el personaje de izquierdas quiere, el problema, no son todos los muertos de la guerra civil, no son todos los muertos provocados por la república, no son las persecuciones y atrocidades que sufrió la Iglesia y el ejército durante la república, sólo son merecedores de una mención especial los muertos que ellos consideran suyos, los del bando republicano.
Un muerto en guerra, sobre todo si es una guerra civil, un asesinato o una ejecución es siempre una tragedia, sea quien sea el muerto. Los que nunca hemos sido de izquierdas, o por lo menos en mi caso en particular, nos da una terrible pena que en un momento dado de nuestra historia, y sea por la causa que sea, se haya llegado a producir una guerra con tantísimos muertos entre hermanos. Una nación la componen muchas personas con diferentes formas de pensar, de sentir y de vivir la vida, pero con fin común, el bien de su país.
Ese odio visceral que mantiene la izquierda hacia esa parte de España que no pensamos como ellos deberían hacérselo mirar. La ceguera del odio provoca que les de igual el sufrimiento de los demás mientras no sean de su ideología y ese odio engloba no sólo a adultos, también ETA ha matado niños, niños que ni siquiera llegaron a saber que ideología tenían ni sus padres, ni en que bando militaron sus abuelos durante la guerra civil. Pero las recientes excarcelaciones no afectan sólo a etarras, afecta también a violadores asesinos con muchas posibilidades de reincidir, si vuelven a violar no preguntarán a su víctima si es de izquierdas o de derechas.
La excusa de los derechos humanos de los delincuentes tampoco es válida cuando sólo les preocupan los derechos humanos de los militantes de ciertos partidos políticos, por supuesto siempre los suyos. No ven más allá de la hoz y el martillo, no ven más allá de lo que su odio les permite. Hablan de memoria histórica, pero su memoria histórica es demasiado limitada.
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