Las amnistías peligrosas.
Cada vez está más claro, la hoja de ruta diseñada por el antiguo presidente del gobierno José Luis Rodríguez Zapatero está siendo desarrollada, y al dedillo, por el actual presidente del gobierno Mariano Rajoy. Estamos asistiendo como atontados, como si fuéramos boxeadores a punto de dar con nuestros huesos en la lona, a una amnistía totalmente encubierta y pactada desde hace ya años.
La celeridad, la rapidez, la falta de explicaciones y las justificaciones absurdas del gobierno así lo demuestran. Está claro que los jueces han recibido órdenes de sus jefes, el que no haya separación de poderes es lo que tiene, y éstos que sólo son valientes ante los débiles cumplen a rajatabla. La supuesta independencia judicial de la que tanto alardean tanto jueces como políticos no existe pero, da igual, tanto unos como otros siguen con sus declaraciones absolutamente vacías de contenido y de justificación.
Los daños colaterales, como si de una guerra se tratase, ya están empezando a producirse. Pedro Luis Gallego, que tiene a sus espaldas 2 violaciones con asesinato y 18 violaciones también ha sido puesto en libertad. Alguien, de quien los expertos han dicho que tiene grandes posibilidades de reincidir, ha salido a la calle. Nos han puesto en la calle a otro sujeto más por el que los ciudadanos no podamos vivir tranquilos, por si no teníamos bastante con lo que teníamos dada la situación actual.
En que clase de país vivimos en el que los responsables de nuestra seguridad, a los que todos pagamos para velar por ella, ponen a este tipo de gente en la calle. Nos están demostrando día a día que es imposible confiar en ellos, que nos equivocamos por completo y que van a hacer lo que sea por mantener su estatus actual, caiga quien caiga. Les da igual quienes podamos ser los afectados, altos o bajos, ricos o pobres, niños o ancianos, su única obsesión, lo único que les preocupa son ellos mismos.
Los pactos con asesinos nunca pueden traer nada bueno y, ojalá me equivoque, no tardaremos mucho en darnos cuenta de sus nefastas consecuencias. Llegado ese caso, querido gobierno, pediremos y exigiremos que rueden cabezas, no nos vamos a quedar de brazos cruzados y vamos a pedir el castigo a los máximos responsables de estas decisiones tan absurdas.
Sólo nos queda ahora un recurso, el recurso del pataleo. Pero pronto llegará otro, el recurso de las urnas y, no les quepa la menor duda, que ahí empezarán a pagar ustedes las consecuencias.
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