Seamos solidarios, si, pero...
En los tiempos convulsos que estamos viviendo en nuestro país están resurgiendo grupos y asociaciones que se dedican a ayudar a quien más lo necesita. Es una maravilla como funcionan organismos como los Bancos de Alimentos, Cáritas, Cruz Roja, etc... Antes estas ayudas iban todas para países del tercer mundo con unas necesidades impresionantes de todo. Para apadrinar niños, para levantar centros médicos, para donar comida, ropa, en fin para cubrir todas sus necesidades básicas. Hoy, por desgracia, no podemos ser solidarios con esos países porque las necesidades nos las encontramos al lado de la puerta de nuestra casa, nos encontramos con necesidades en nuestro país.
Es de una generosidad extraordinaria colaborar con este tipo de organismos, quien lo haga debería sentirse orgulloso y cada uno, en la medida de sus posibilidades, debería hacerlo siempre. Pero, como a todo en la vida, yo veo a eso un lado muy negativo y es que para empezar esos organismos cubren unas necesidades que de por si debería cubrir el estado, poco dinero da el estado a esos organismos para las necesidades reales que tienen, la mayoría son donaciones privadas o colaboraciones desinteresadas del propio ciudadano. y además veo que se está fomentando la limosna en el peor sentido de la palabra.
Y digo en el peor sentido por una razón, cuando el gobierno vea que toda esas gentes que han llegado ya al extremo de necesitar de la caridad, esto es que está en la exclusión social más absoluta, tienen sus necesidades básicas cubiertas serán una preocupación menos para ellos. Acabará el estado utilizando parte de sus presupuestos para subvencionar a esos centros de caridad en lugar de solucionar esa exclusión social intentando crear puestos de trabajo y reintegrando a esa gente en el funcionamiento normal dentro de la sociedad. Esto es, el estado dará limosna para cubrir las necesidades básicas de esa gente pero no se ocupará de intentar su recuperación.
Seamos solidarios, ayudemos a quien lo necesita porque ahora, más que nunca, nosotros mismos nos podemos encontrar cualquier día igual que esa gente a la que ahora ayudamos. Pero una cosa muy importante, no nos olvidemos de exigir al estado, al gobierno, la obligación que tiene de recuperar a toda la gente que ahora está tan necesitada y que los centros de caridad sean cada vez menos necesarios. Hay que recordar aquello de no les des peces, enséñales a pescar. Pero en este caso sería no les des peces, consigue que ellos puedan volver a pescar por su cuenta.
Por supuesto que hay que agradecer a todas esas personas que ayudan desinteresadamente, bien sea dando dinero comida o prestando sus servicios. Ya se que el estado no da dinero para estas cosas, pero casualmente se gasta el dinero en otras cosas, como subvenciones a partidos, sindicatos, asociaciones empresariales, incluso a la iglesia que solo le deja a caritas 2.000 de los 10.000 que le da. Todo esto por no hablar del dinero que ha dado para nacionalizar las pérdidas de los bancos, algo indigno para un liberal convencido.
ResponderEliminarAunque yo pienso más como Hélder Pessoa Câmara este obispo decía una famosa frase: Cuando alimenté a los pobres me llamaron santo; pero cuando pregunté por qué hay gente pobre me llamaron comunista. Esto sabemos que lo dice la gente, hay otras que cuando comentas algunas cosas también te dicen que estas en contra de los ricos, cuando en realidad lo que quiero es que desaparezca sean los pobres.