No lo sé, no me acuerdo.

A lo largo de la historia de las monarquías, no sólo española, de todas las monarquías que ha habido en el mundo, uno de los asuntos más curiosos que nos hemos encontrado siempre es el tema de los matrimonios. Dado que el hijo o la hija de un Rey siempre se tenía que casar con una persona de sangre real y no de un plebeyo siempre ha habido matrimonios no sólo curiosos, también peligrosos. Ha habido muchas mezclas raras en esos matrimonios realizándose bodas incluso entre familiares directos. Las consecuencias eran nefastas para la descendencia naciendo hijos con problemas de salud o con ciertas taras mentales. 

No creo que sea ese el caso de la familia real española cuya descendencia parece normal o al menos hasta ahora no se les ha visto nada raro que pudiera demostrar lo contrario. Digo que no es ese el caso pero podría ser una justificación tras ver la transcripción de las declaraciones de la Infanta Cristina al juez Castro. En infinidad de ocasiones las respuestas de la Infanta ante el juez fueron o un "no lo sé" o "no me acuerdo", descartemos totalmente el problema mental para justificar sus respuestas puesto que queda claro que no padece ninguno.

Entonces, ¿cuales podrían ser los motivos para esa falta de memoria, en algunos casos, o falta de conocimiento en otros? Descartada la primera opción vamos por la segunda, la que ella misma mantiene,el amor y la confianza en su marido. Me lo podría creer, le ama y confía tanto en él que firma todo lo que este le pone delante sin protestar y sin hablar de nada, tiene que ser así porque de lo contrario si que sabría o si que se acordaría de algo. Aunque hay dos asuntos ahí muy extraños, firmaba absolutamente todo sin preguntar nunca nada, "Cristina, firma" y la respuesta sería siempre "ya está", es extraño que no preguntara nunca un simple "que es esto?", según se desprende de las declaraciones de la Infanta esto es así, tal cual, nunca preguntó. El segundo asunto extraño sería que tampoco sabe o tampoco se acuerda de consejos de administración o reuniones en las que ella firmó como asistente al mismo. También me lo podría creer, podría ser alguna reunión ficticia o, simplemente formal, que nunca se hubiera celebrado aunque constara como tal. De ser cierta esta segunda opción Urdangarín sería un auténtico pieza, pero de los grandes. Habría obligado a su esposa a cometer delitos, la habría metido en un embrollo gigantesco traicionando absolutamente su amor y su confianza.

La tercera opción es que la Infanta simplemente mienta. Vamos a suponer que no sea en todo, vamos a suponer que sólo sea en parte, pero eso ya es mentir. Es curioso que de todo lo que se le ha preguntado sobre sus actividades empresariales y las de su marido no se acuerde o no sepa nada, pero nada de nada. Sea cual sea el motivo de su actuación la Infanta ya ha demostrado que se parecería en algo al resto de los españoles, en sus respuestas ante un juez.

Sinceramente, tras pensar en todas las opciones posibles, creo que la Infanta ha mentido, no se si en todo o en parte, pero, aunque podría creerme que no supiera absolutamente todo lo que hacía su marido algo tenía que saber. La Infanta no sólo se ha equivocado de negocios también se ha equivocado de marido.