Probablemente sea una de las historias más macabras de la que hayamos tenido noticia en los últimos años en España, y además con una imágenes que no tienen desperdicio. Hablo del hallazgo de más de 250 cuerpos hacinados en los sótanos de la Universidad Complutense de Madrid. No me puedo creer que haya habido gente que haya podido trabajar en esas condiciones y, sobre todo, no me puedo creer la absoluta miseria moral de quienes eran los responsables de que eso no sucediera y lo han permitido. Las imágenes que todos hemos podido ver hablan por si solas, cuerpos amontonados unos encima de otros, de cualquier manera y sin ningún tipo de respeto ni por los fallecidos ni por los empleados de la propia universidad.
Parece ser que el rector, Carrillo para más señas, esto lo veía como quien entraba en un despacho abarrotado de papeles y en completo desorden sin darle la más mínima importancia. Cuando se es el responsable de algo, en este caso la Universidad, no es simplemente para figurar y para cobrar en función a ello, es también apara asumir responsabilidades de todo lo que allí ocurre y velar para que todo funcione bien. Si las cosas no funcionan bien, como es evidente, este señor debería comenzar dando unas explicaciones creíbles y emitiendo un comunicado pidiendo, para empezar, disculpas por lo sucedido. No estamos hablando de cosas, estamos hablando de restos de seres humanos que son almacenados peor que si fuera el almacén de un importador de productos de China.
Ahora se está investigando si la Complutense realizaba algún tipo de negocio de venta o alquiler de estos cadáveres, o completos o por partes. Mientras tanto el responsable, el rector, alega desconocimiento de los hechos y alega, además, que no había problemas de insalubridad. Por las imágenes que han aparecido en los medios lo de que no había problemas de insalubridad no me lo creo, en las condiciones en las que estaban lo dudo, y mucho. En cuanto al desconocimiento, señor Carrillo, pues ya tiene un problema mucho más serio todavía, no se entera de lo que pasa en la casa que dirige y menos con un problema grave, probablemente el más grave que se pueda encontrar.
Parece ser que de casta le viene al galgo, Carrillo y fosas comunes parecen dos sinónimos, el padre parece que educó muy bien a su hijo en este sentido, una fosa común es lo más normal del mundo. Pues bien, Carrillo Junior, los muertos, todos los muertos, merecen un mínimo de respeto y cuidado, mucho más cuando las familias o los propios fallecidos han cedido esos cuerpos para su estudio, sea por los motivos que sea. No se puede permitir en un país decente encontrarnos con espectáculos de este tipo, por muy acostumbrado que se esté en la familia, esto es algo que no se puede permitir. Ya estás tardando en dimitir, y la justicia en actuar.
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