Por mi trabajo me relaciono mucho con personas mayores, e incluso ancianos. La verdad es que, excepto en casos aislados, da gusto tener conversaciones con ellos. Están normalmente tan solos que cuando alguien les escucha y les das la opción de que te cuenten cosas, no sólo aprovechan para contarte las batallitas del abuelo que me encantan, te dan su opinión sobre lo que ven, sobre política, sobre la vida en general y te cuentan sus experiencias. Me llama mucho la atención cuando tienen que tomar una decisión sobre el producto que yo les vendo, si tienen hijos no mueven un dedo sin que sus hijos les den el visto bueno y sin consultárselo a ellos, no sea que se enfaden.
En muchos casos, la mayoría, los hijos simplemente les dicen que hagan lo que quieran, que es cosa suya, y ellos ya toman su decisión tranquilos. Pero hay otros casos, los menos, en que los hijos les tratan como si fueran tontos y no fueran capaces de tomar decisiones por si mismos cuando yo, tras haber hablado antes con ellos, les considero gente totalmente capacitada y en sus cabales.
Estamos cometiendo un error muy grave en esta sociedad nuestra, no estamos teniendo en cuenta a los ancianos, no tenemos en cuenta su sabiduría y su experiencia de vida y, muchas veces, tras oír hablar a alguno de ellos, rara es la vez en que no se oiga el típico comentario de: "este ya chochea".
Pero esto no sólo pasa en nuestras vidas cotidianas, pasa también en la vida política y en la vida pública. Parece que un político, cuando llega a los 60 maños de edad ya nos sirve para nada, ya es imperativo que sea sustituido. Pues es esta, para mi, una edad fantástica para que una persona desarrolle labores importantes para dirigir un país. Es esta una edad en las que las personas acumulan entre otras cosas experiencia y raciocinio. Parece que un líder político tiene que ser joven, de 40 años o menos, para dirigir tanto un partido como un país. Puede que sea este uno de los graves problemas que tenemos en España, aparcamos a nuestros mayores y no les hacemos ni caso. Si les tuviéramos más en cuenta y les hiciéramos partícipes de nuestras vidas estoy seguro que otro gallo nos cantaría.
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