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Insúltame, pero no me aburras

Aquí tenemos a "I win", uno de los casos más patéticos
que me he encontrado por ahi
.
Soy una persona bastante participativa tanto en las Redes Sociales, como en el propio blog que muchos de vosotros tenéis la amabilidad de leer e incluso puede que estéis leyendo en este momento. En Twitter opino sólo sobre política, en Facebook comparto música, fotografías, relatos y también asuntos políticos, en mi página personal; en la página del blog comparto sólo asuntos políticos en su mayor parte.

Entiendo que eso es una sobre-exposición personal en muchos sentidos, unas veces para bien y otros para mal. Aún sabiendo todo eso me llama mucho la atención cuanto censor hay que no tienen ningún problema en criticar dictaduras, criticar a Franco, criticar la falta de libertades, hablar con desprecio de Leyes Mordaza y asuntos similares, pero en cuanto yo (o alguien como yo, de mi ideología) abre la boca no sólo nos juzgan, también nos insultan con insultos de lo más graves que yo haya podido leer muchas veces, cuando no son también incluso amenazas.

A nadie le gusta que le insulten ni que le amenacen, a mi tampoco, pero hay un asunto que soporto aún menos: el juicio sobre cultura. Para un crítico censor izquierdista, de estos que tanto abundan últimamente, no sólo es necesario el insulto, también lo es la humillación, por llamarla de alguna forma, cultural. No se si me explico, me refiero a frases tipo: hay que leer más, que poco cerebro, qué falta de cultura, etc... Se dedican a buscar como locos citas en Google, que nunca antes en su vida habían leído, de alguien del que nunca habían oído habar y te sueltan una perorata recién leída por primera vez y aprendida como un papagayo.

Mi reacción normal en esos caso es callarme y dejar que "el ciencia" diga la última palabra, porque si tienen un rasgo común estos aprendices de Torquemada de tres al cuarto es que si mantienes una "conversación" con ellos no se acabará nunca porque ellos no soportan no tener la última palabra, a su modo de ver quien cede la última palabra es el perdedor y consideran como que ellos han acabado ganando esa batalla.

Con las miles de batallas que ya he tenido que sufrir he llegado a una conclusión importante: Antes me molestaba que me insultaran, pero ahora me molesta todavía más que me aburran. Pierdes menos con un insulto de un patético tipo de estos que recorren las redes, que no enviándote mensajes con el/la fulana durante no menos de media hora; media hora de tu vida perdida con un imbécil. Si tenemos en cuenta que nos encontramos con un imbécil a diario si le damos conversación durante media hora diaria estaríamos perdiendo más de siete días al año en discutir con estúpidos. El problema no es sólo la pérdida de tiempo, el problema es también la pérdida de energías.

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