¿Actos de fe o de valentía?

He ido a misa como casi todos los Domingos que no se me olvida, lo sigo intentando, pero una promesa es una promesa y además es deuda, seguiré yendo mientras no haya un motivo para dejar de hacerlo. El sermón del cura me gusta, me da tranquilidad. Hay cosas de las que dice que me gustan más o menos, otras que me parecen más o menos lógicas y otras con las que pueda estar más o menos de acuerdo, pero la generalidad es la de siempre, te guste más o menos o estés más o menos de acuerdo lo que siempre te piden es que creas, que tengas fe.

Me pregunto qué habría sido de Jesucristo en los tiempos que corren porque la mayoría de la gente con la que me cruzo a diario o es agnóstica, o es atea, o no cree o tiene sus serias dudas. Curioso eso en un mundo en el que ciertos personajes famosos: cantantes, actores, deportistas e incluso políticos, van por la vida endiosados por esa gente que, por otro lado, dice no creer en Dios. Creo firmemente que cuando no crees y no tienes fe corres el peligro de endiosar a la persona equivocada, al Messi o al Pablo Iglesias de turno, observar eso es bastante curioso.

Pero no era de esto de lo que quería hablar, me quería centrar en el hecho de un Mesías que en un día como hoy se nos apareciera como hombre, tal y como describe La Biblia, y se nos hablara de cualquier cosa, no entro exclusivamente en el asunto religioso. Nos podría venir a comunicar la palabra de Dios o incluso a advertirnos de alguna desgracia inminente, ¿cómo reaccionaríamos entonces? ¿Le creeríamos e intentaríamos evitar esa desgracia?

Yo creo que no, lo más importante para cada uno de nosotros somos nosotros mismos y antes de evitar cualquier desgracia pensaríamos que pasaría con nosotros. Si dijéramos "me lo ha contado fulano", tendríamos miedo que nos tomaran por locos y callaríamos, de hecho muchos de los que hablan y se atreven a hacer ciertas predicciones están incluso encerrados. Entonces, ¿a qué jugamos exactamente? cuando ahora nos leen las Santas Escrituras y nos las explican nos  asombra que Jesucristo no hubiese sido seguido por mucha más gente, por todo el mundo. No nos damos cuenta que hoy quizás no le hubiésemos colgado de ninguna cruz, pero es probable que le hubiésemos encerrado en un manicomio, no sin antes habernos cachondeado un rato de él tanto por televisión como por redes sociales.