La puerta de al lado
Una de las cosas que siempre me ha llamado mucho la atención cuando hay detenciones de etarras, de terroristas, de narcotraficantes o gente de ese estilo, es lo que comenta el vecindario. "Pues no tenía ni idea", "no me lo puedo creer", "a mi siempre me ha parecido gente normal que incluso me pedían sal de vez en cuando". Las apariencias del vecino siempre engañan y todos tenemos una idea predeterminada de las personas y casi nunca acertamos, como es lógico hay muchas cosas que escapan de lo que es la mera observación.
En la localidad de Dos Hermanas, en Sevilla, ha sido liberado un hombre de 59 años que llevaba encerrado en un palomar, por parte de sus dos hermanos, desde hacía casi 20 años. Sus condiciones físicas e higiénicas eran lamentables, sus hermanos llegaron incluso a disponer de la pensión (1000 €) que cobraba este hombre sin atenderle debidamente, ya que también tenía problemas de salud mental.
Ninguno de los vecinos o conocidos de esta familia sospechaba nada, todos preguntaban de vez en cuando por el hermano pero nadie se extrañaba de no verle nunca. Viendo todo esto uno no tiene más remedio que preguntarse, ¿cuantas cosas habrá escondidas en tantas casas? Es terrible pensar que personas aparentemente normales puedan llegar a tener una crueldad así. Y todavía aún más grave, ¿cuanta gente estará sufriendo a esa gente aparentemente normal? Niños, ancianos, mujeres, hombres, da miedo pensarlo, es terrible pensar que alguien pueda tratar a una persona de esa forma, más teniendo los medios para poder haber llevado una vida mucho más digna.
¿Hasta donde puede llegar la maldad de una persona? En este caso estamos hablando del trato de unos hermanos hacia otro hermano que estaba, además, en clara inferioridad debido a su salud mental. Es curioso que muchas veces se critique a la gente cotilla que se mete en la vida de los demás y en otros casos, como en este, el cotilla hubiera sido una persona absolutamente necesaria para haber ahorrado a este pobre hombre veinte años de sufrimiento.
Cuando yo era pequeño recuerdo haber tenido con muchos de mis vecinos una gran relación de amistad, propiciada por la estrecha relación que mantenían nuestros padres. No sabía todo de su vida, como es lógico, pero cuando te los encontrabas les podías saludar llamándoles por su nombre, algo que ahora en muchos casos no sucede. Ahora todo eso se está perdiendo, pero no es porque no nos queramos meter en la vida de nadie, es porque el tipo de vida que llevamos fomenta la perdida de las relaciones sociales. Nuestras relaciones sociales se fomentan ahora a través de internet, nos saludamos, nos decimos muchas cosas a través de Facebook y Twitter, pero cara a cara muchos serían incapaces de tener una mínima conversación alrededor de unas cervezas.
Lo que es más que evidente es que las relaciones sociales las necesitamos, de lo contrario las llamadas redes sociales no tendrían el éxito que tienen. A mi me encantan las redes sociales, no lo voy a negar, pero por mucho que me gusten eso no va a conseguir que yo deje de tomarme unas cervezas en un bar y charlar con los amigos de lo que sea. No debemos perder nunca el cara a cara, es bueno para todo, incluso para haber podido ayudar a este pobre hombre de Dos Hermanas mucho antes.
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