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¿Nos hacemos un debate?

En este país no es necesario demostrar nada con hechos, con que digas alguna palabra que suene bien ya es suficiente, ya tienes medio camino hecho. Aunque los hechos después sean otra cosa, con que sean adornados es suficiente para quedar bien con todo el mundo. La aparición de nuevos partidos le ha generado a mucha gente muchas expectativas, la mayoría falsas, sobre ciertos cambios que se iban a producir en este país, a mejor. Pero lo único que han cambiado hasta el momento son las palabras con que adornan su mensaje, porque los hechos demuestran que lo único que hacen es amoldarse al sistema que tanto detestan y que quieren cambiar. Es ese famoso mensaje de "al sistema hay que cambiarlo desde dentro", pero una vez se está dentro es demasiado incómodo tomar decisiones porque fuera hace demasiado frío.

Llevamos unos años oyendo ciertas palabras hasta la saciedad gracias a esos partidos: pactos, democracia, pueblo, ciudadano, ciudadanía... Palabras que en principio suenan bien, pero que por detrás están completamente huecas porque los hechos sólo se quedan en palabras y las palabras ya sabemos que sólo son eso: palabras, osea: nada. La última palabra de moda es la palabra debate. Parece como si, a día de hoy, la primera obligación de un partido decente fuera debatir. Se plantean cientos de debates, miles de debates, pero todos con el mismo formato: Dos, tres o cuatro debatiendo entre ellos con un tiempo marcado y con conclusiones finales. Los debates en España no son debates, son otra parte más de la campaña electoral en la que el candidato no hace más que vender su programa, pero todo bien camuflado en ese debate.

Como todos los candidatos van a lo mismo, nadie se queja de lo que hace el otro, eso si que es algo completamente pactado. En los debates en España, los candidatos, no se ponen delante de un grupo de prestigiosos periodistas, de un signo u otro, realizando preguntas más o menos incómodas e intentando sacar de los candidatos propuestas concretas. Aquí se propone, pero no se concreta: "Voy a aumentar el salario mínimo..." "Voy a crear X miles de puestos de trabajo..." "Voy a garantizar una renta mínima a todos los ciudadanos..." En esos debates no aparece nadie que pregunte al candidato: "muy bien, pero ¿cómo?"

"Cómo" es una pregunta muy sencilla de hacer, pero muy difícil de contestar para quien no está preparado y podría intentar vender un radiador en un desierto. El cómo y el cuando nunca tiene una respuesta de un candidato, porque pocas veces se pregunta o se deja preguntar. Los debates son una venta más de humo, de las muchas que hay en política, pero protegida por una de esas muchas palabras buenistas de la nueva política española: debate.

"Oiga, señor candidato, ¿qué propuestas tiene? 
Ninguna, pero voy a realizar un debate con mis adversarios.
¡Ah bueno! No me diga más, si va a debatir, asunto arreglado".

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