¿Y por qué no te mojas tú?

En este mundo hay dos tipos de personas, las que se mojan y las que no. Esto es en todos los ámbitos de la vida, tanto a nivel social, como familiar o a nivel político. Mojarse o no mojarse es una opción de libre elección, el que lo haga no debería criticar a quien no lo hace y viceversa; no se puede exigir a nadie que haga algo que no puede hacer. Yo contra si que voy es contra los que ponen la puntilla a la opinión de quien se moja y siempre con comparaciones, con recordatorios e incluso con correcciones no solicitadas.

Es posible que con esa explicación no se identifique bien de las personas de las que hablo, pero voy a tratar de desarrollarlo. Si yo escribo un texto sobre quien sea o lo que sea lo escribo sobre ese asunto, podría haber decidido escribirlo sobre otro, pero he decidido libremente escribirlo sobre uno en particular. ¿Cuanto tarda en aparecer el "rectificador" a recordarte que no has escrito sobre alguien que le gustaba más a él o a quien él tenía interés especial en criticar? No tarda nada porque su trabajo es poner la puntilla, pero sobre todo para colarte su ideología o su forma de pensar. Si decido, por ejemplo, hablar sobre la financiación de Podemos a cargo de Irán siempre saldrá alguien con el: "peor es lo de Bárcenas". Es probable que sea peor, no voy a discutir eso, pero es que en ese momento estaba hablando de otra cosa, aprovecha "tú momento" para intentar colar el suyo, increíble.

Y yo me pregunto, ¿por qué el rectificador, en lugar de corregir lo que yo comento en un espacio que es mío, no hace su propia exposición en su propio espacio? Pues porque, además de corrector, le falta algo tan importante como es tener iniciativa propia, capacidad de análisis y valentía para expresar su propia opinión. Necesitan parasitar sobre las ideas de otros para saber de que quieren hablar porque, de lo contrario, no tienen la capacidad intelectual para saber de qué hablar. 

Todos podemos tener nuestro espacio. Crear un blog es fácil, abrir un perfil en Twitter o Facebook es la mar de sencillo. Lo único que hace falta a partir de ahí es tener la suficiente valentía para emitir una opinión propia y arriesgarte a ser parasitado en lugar de parasitar, aunque sea más incómodo.