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Los acomplejados en las redes sociales

El falso espía, en realidad un mediocre vendedor de coches, de "Mentiras arriesgas".
En las redes sociales, como en el resto del mundo, la gente que nos encontramos son de personalidades muy variadas, pero con una salvedad: el anonimato. El anonimato es como una gran piñata en la que al golpear acaban saliendo a la luz los tipos de personalidad más diversa, y también sus taras. Detrás del anonimato se esconde sobre todo gente que intenta parecer algo que en realidad no es. Puede intentar ser culto, simpático, agradable, ligón, insultón e incluso están los que quieren aparentar ser una especie de matones, al más puro estilo Scharzenagger, Rambo o cualquier película americana de cine negro.

Este tipo de gente juega con algo muy importante a su favor utilizando ese anonimato: engañan a muchos. Después nos encontramos con curiosas escenas en las que el supuesto matón es detenido por pasarse de rosca en sus comentarios y acaba o siendo un niñato, o llorando como un bebé al que sus padres no le han querido comprar unas chuches.

No es que yo sea un psicólogo o un experto estudioso de los comportamientos humanos pero para descubrirlos no hay más que leer ciertas frases de algún pamplina. Frases que casi siempre sacan de alguna película o alguno de esos libros de novela negra que cayeron alguna vez en sus manos y que, por pura casualidad, acabaron leyendo enteros. El problema no es las tonterías que digan, el problema serio llega cuando hay gente que les cree y que acaban aterrados pensando que algún día acabará ejecutando esa frase que un día copió y escribió de "Acorralado", por ejemplo.

De esa gente no hay que tener miedo nunca. No son más que unos mediocres que utilizan el escudo de las redes sociales para ocultar al mundo lo que realmente son: unos acomplejados de los que andan por la calle pegados a la pared y mirando al suelo. Gente que no te mira a los ojos cuando habla o que cuando te da la mano parece que estás tocando una húmeda masa de pan, antes de pasar por el horno.

De quien si hay que tener miedo es de quien calla, de quien guarda silencio. De aquel con el que crees tener alguna cuenta pendiente y nunca dice nada, de ese si que hay que tener miedo porque algún día actuará. El delincuente es como el suicida, el que acaba suicidándose no es el que lo anuncia continuamente, es el que acaba sorprendiendo a todo el mundo cuando acaba con su vida. Los complejos a quien más daño hacen es a quien los sufre porque son quienes realmente conocen su vida mediocre, vacía y sin expectativas.  

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