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No me gustan los toros, pero soy taurino. #DEPVictorBarrio

La verdad es que uno no se acostumbra nunca a estas cosas aunque pasen, por suerte, con cada vez menos frecuencia. Cuando abres el periódico y lees una noticia así, y como ha sido, se te hiela la sangre. La muerte de una persona joven siempre es trágica, pero la muerte de un joven torero lo es más, si cabe, por las circunstancias en las que sucede. Una muerte rodeada de público, una muerte que se produce en un ambiente festivo y una muerte que suele ser especialmente virulenta. Normalmente esas imágenes suelen quedar grabadas y expuestas hasta la saciedad, yo no las veo nunca. Se me ponen los pelos de punta y me afectan demasiado.

Parece mentira que ante la muerte de una persona haya que empezar justificándose, pero yo lo haré para decir que en primer lugar no me gustan los toros. No me gustan, no se si habré ido dos o tres veces en mi vida a una corrida de toros. Y no me gustan porque no me gustan sin más, aunque no soy anti-taurino. En ocasiones he visto alguna corrida por televisión que me ha hecho soltar alguna exclamación de admiración ante la belleza del toreo, pero en general he de reconocer que no me gustan los toros.

La muerte de un torero es una tragedia que forma parte del riesgo que tiene la profesión elegida por el mismo torero. Cada vez que un torero sale a la plaza se enfrenta con un animal infinitamente más poderoso que él y desde el momento que da el primer pase ya se está jugando la vida. A pesar de lo que digan los anti-taurinos el espectáculo es bello, con una demostración de lucha entre el toro y el torero que algunas veces pone los pelos de punta por su belleza. No voy a entrar a juzgar las opiniones de los anti-taurinos, pero el toro de lidia sería un animal que, de no existir el toreo, desaparecería o por lo menos no se cuidaría de la forma en que se hace ahora.

Repito que no pretendo entrar en debates morales entre taurinos y anti-taurinos porque no es ese el motivo de este artículo. Lo que si pretendo entrar es en el debate entre personas y cosas que se produce últimamente con más frecuencia de lo habitual en España. Y digo cosas porque no se me ocurre otro calificativo más suave para la gentuza que se ha alegrado de la muerte de Victor Barrio. No es habitual que yo use calificativos gruesos en mis artículos, pero he leído tantas barbaridades que hay veces que no queda más remedio. 

Lo primero que he leído en muchos, estando Victor Barrio todavía de cuerpo presente, es que Victor Barrio es un asesino y que cómo iba a dar pena un la muerte de un asesino. Hay que ser muy miserable y tener una bajeza moral a la altura de una cucaracha para hablar de esa forma y más en público. Hay que ser imbécil, hijo de puta y sobre todo cobarde para decir cosas así. Digo cobarde sí, porque esa gente siempre se ampara en el anonimato y si lo hicieran en público probablemente recibieran un tortazo de la primera persona sensata que tuvieran al lado.

Una cosa es no ser taurino, que lo entiendo, y otra cosa es alegrarse de la muerte de una persona de esa manera. Yo soy muy poco supersticioso, pero pudiendo evitarlo no pongo en juego a la suerte. Quiero decir, si puedo evitar pasar debajo de una escalera la rodeo. Uno de los refranes que más me gustan y más presente tengo en mi vida es aquel que dice que: "todo lo que digas, hagas o desees, te vendrá de vuelta y multiplicado". No nos enteraremos del futuro de estos imbéciles descerebrados, pero no se lo auguro demasiado bueno. Una pena y un asco.

Mientras tanto #DEPVictorBarrio

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