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¿Terceras elecciones? Y cuartas, y quintas...

Me hace mucha gracia ya el tema electoral. Vamos a ver, gracia lo que se dice gracia ninguna, es una forma de expresarme; maldita gracia me hace. Esto era como cuando de pequeños tirábamos una moneda al aire, si sale cara estudio ahora, si sale cruz dentro de dos horas. Siempre salía cara y, como no te apetecía nada, decías: bueno, pues al mejor de tres. Y así hasta que ya de tantas veces que tirabas la moneda acababa saliendo cruz por aburrimiento. Pues lo de las elecciones generales en España es lo mismo. Que si pesados, que hemos votado eso. Que a mi tampoco me hace puñetera gracia ver a los etarras en el parlamento, ni al borracho de Rufián, ni a coleta Morada, pero ¿qué le vamos a hacer? Es lo que ha votado la gente.

Pues no es suficiente, ya se empieza a hablar de terceras elecciones. Ya hay mucha gente que está dando casi por hecho que las va a haber. Y yo me pregunto, ¿y quién dice que las terceras elecciones sean el límite? Puede haber cuartas, o quintas, o sextas y así hasta el infinito y más allá. Porque es que de momento parece que la cosa tiene poca pinta de cambiar. Parece que la tendencia de estas es la misma que las de las anteriores. ¿Y cuando lleguen? ¿Qué vamos a hacer? ¿Lo mismo que hasta ahora? Es decir, investidura del vencedor, que será Rajoy, nadie le apoyará porque no tendrá mayoría absoluta y, ¿donde está el límite?

Pero lo más grave de todo es que ninguno de los políticos ha abierto la boca para cambiar este sistema electoral penoso que no tiene ningún límite. Ninguno ha abierto la boca para decir: oye, que con este sistema nos podemos aburrir y arruinar a la gente para que al final acabe saliendo siempre lo mismo. Encima nosotros somos tan gandules que no nos ponemos de acuerdo porque nos da igual, porque seguimos cobrando y los que pagan son otros.

Con este sistema electoral la cosa no tiene límites. Esto es como que nuestros "amados políticos" nos dijeran, volved a votar que esto no nos gusta. En realidad somos nosotros mismos los que, votando, les estamos dando legitimidad para tomarnos el pelo de la forma que lo están haciendo. Es como si al ladrón que nos quiere robar la cartera le facilitáramos las cosas sacándola nosotros mismos de nuestro bolsillo. Si el sistema está mal, como es obvio, hagamos algo para que se enteren. Que en las terceras elecciones, si las hay, vote Rita.

1 comentario:

  1. El mayor problema que tiene España, en lo político, es que los candidatos siguen empeñados en dividir España en dos mitades más o menos iguales (de ahí la indecisión que flota permanentemente en la investidura en curso), de espaldas a una realidad absolutamente lacerante:
    PRIMERA: Que el color político, y las grandes decisiones del Estado, ya están definidas, pues en eso consisten las campañas y sus consecuentes Elecciones Generales. Por el contrario, lo que ahora toca es elegir (por un procedimiento nada democrático) a quien deba de hacerse cargo de desarrollar las políticas que emanen del Legislativo.
    SEGUNDA: Que puestos a dividir España en dos mitades (izquierda-derecha, según el empecinamiento de los políticos), quizás fuera mejor dividirla en dos mitades según criterios más actuales y más prácticos; se me ocurre, según se quiera, o no, que permanezcan las autonomías; según la definición de unidad de España; según la actitud del Estado frente a la amenaza yihadista. Pero no, los políticos siguen en las tesis que heredaron vía odio de las secuelas de la Guerra Civil española, de la que no se han dado cuenta que han pasado ya casi ochenta años.
    TERCERA: Que nos es casualidad que el Congreso de los diputados se convierta en el “lavadero de putas” que es; sino la consecuencia de una Constitución que ya nació viciada, y no ha sabido –o querido- acomodarse a las exigencias de los tiempos.
    Por tanto, en aras de lo práctico, la vía de solución, que un ciudadano inteligente debe procurar, no debe consistir en desear que salga de presidente uno u otro candidato, sino que cambien los procedimientos de nombramiento y elección de los mismos.
    Luchar por un PROCESO CONSTITUYENTE, o una Reforma Constitucional profunda, es la única acción en que debe empeñarse un ciudadano comprometido.

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