Como siempre después de una gran concentración de personas protestando o pidiendo algo llegan las guerras de cifras. Unos dicen que cincuenta mil, otros que cuarenta mil y los otros dicen que quince mil. Y yo pienso, ¿qué más da? Aunque hubieran ido diez ya habrían sido demasiados. Y es que acompañar a Artur Mas en su paseillo hacia el tribunal de justicia por la desobediencia en la consulta del 9N tiene su guasa.
Guasa en primer lugar por el protagonista que en su vida se había visto en otra igual. Con ese aspecto que tiene de vendedor de zona de rebajas de centro comercial verse beatificado de esa manera le habrá puesto de tal forma que no va a necesitar el Viagra en su vida, le habrá provocado una excitación casi eterna.
En segundo lugar por el partido al que representa, el de los porcentajes, el del tres por ciento, el de las mordidas. Por muy forofo independentista que yo fuera, ir al lado de alguien cuyo partido y anterior jefe se ha enriquecido a costa de mi trabajo me daría un cierto repelús y una gran vergüenza. Hay que tener el cerebro por debajo del nivel del de una ameba para ir a jalear a alguien que ha sido responsable de un partido que está envuelto en varios casos de corrupción.
En tercer y último lugar por tener un claro desconocimiento de la ley más elemental y demostrarlo tan abiertamente. Mas, como presidente de la Generalidad, era el máximo representante del estado en Cataluña, porque eso es lo que en realidad es cualquier presidente de Comunidad Autónoma, que eso es lo que sigue siendo Cataluña. Para serlo tiene que jurar, o prometer, acatar la Constitución Española, gracias a la que cobra. En la Constitución se dice que la soberanía nacional reside en el pueblo ESPAÑOL, en todo el pueblo español. Cataluña es España, en el pueblo catalán reside la soberanía nacional, pero también en el castellano y en el andaluz. Es decir, para que España deje de ser lo que es ahora la consulta nos la deberían hacer a todos los españoles, no sólo a los catalanes. ¿Qué Mas se ha saltado la ley a la torera? Blanco y en botella, no necesitaría ni ser juzgado, debería estar en la cárcel directamente y de oficio porque lo ha hecho con luz y taquígrafos.
Con todo esto mi conclusión es que el problema real no lo tiene Mas, el problema lo tienen los cuarenta mil que van a beatificar a un inútil que ha vivido de ellos y a su costa y encima le van a jalear. Que se lo hagan mirar porque parece que les sobra el dinero y les falta cerebro, orgullo y amor propio. ¡Y encima gratis! Si es que, de donde no hay...
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