Intentaba abrir los ojos pero le pesaban como losas. Música, jolgorio a su alrededor, gente, mucha gente, mucha más de la que recordaba y una voz que le susurraba al oído. "Despierta, despierta, ¿no has visto la cantidad de gente que ha venido a verte? ¿No has visto a toda esta gente que está aquí por ti". Poco a poco pudo ir abriendo los ojos hasta ver a la persona que le estaba despertando. Al principio una figura oscura con mucha luz a su alrededor, después, poco a poco fue distinguiendo sus rasgos, su cara, su sonrisa. Sí, le conocía mucho, formaba parte de su vida y era importante para él, pero en ese momento no conseguí distinguir quién era.
"Mira, mira, ¿les recuerdas?" Poco a poco consiguió ir distinguiendo todo lo que tenía a su alrededor, caras conocidas como la de la persona que le estaba despertando. Una sonrisa entre emoción, sorpresa e incredulidad inundó su cara. Sí reconocía a mucha gente, eran caras conocidas, eran amigos, familiares, gente que había influido de una u otra forma en su vida, pero no acertaba a poner nombre a nadie. Todos le rodearon y abrazaron a la vez, todos querían departir con él y hablar de cualquier cosa. Todos le felicitaban y le daban la enhorabuena y él, aunque feliz, contento y satisfecho, no acertaba a saber los motivos, aunque en el fondo de su cerebro sabía que debía haber alguno, o muchos.
"¿Y esta casa?" "¿No recuerdas? La has alquilado hace unos días, es estupenda". Estaba en un gran jardín como de una típica villa romana, con sus esculturas, sus grandes fuentes, sus setos y esa gran piscina de agua cristalina de la que entraba y salía toda aquella gente. ¿Cuánta gente habría? Era incapaz de contar a toda esa gente, al fondo se veía la entrada a la finca y un continuo entrar y salir de personas.
Se abrazaba con unos y con otros, recordaban viejos tiempos o se reconciliaban con él por antiguos sucesos, pero él no acertaba a recordar cuáles eran, aunque no eran del todo desconocidos para él. Todo le resultaba familiar y amigable excepto aquel que trataba de esconderse, que cada vez que le miraba ocultaba su cara o miraba hacia otro lado. "No te enfades conmigo, creo que debemos olvidar todo lo que ha pasado entre nosotros". "No, yo no quiero olvidar, esta es mi casa, esta es mi fiesta, esta es mi gente y tú no eres nada de eso. Vete, por favor". "No por favor, no me eches, siento mucho lo que ha pasado". "Me da igual, esta es mi casa, esta es mi fiesta y esta es mi gente, quiero que te vayas". Al final lo consiguió, al final se fue,pero para conseguirlo tuvo que acompañarle hasta la puerta, tuvo que empujarle y echarle a pesar de sus ruegos.
Era su momento, era su éxito, era su gente, estaba seguro, aunque en ese momento no acertaba a distinguir a ninguna de aquellas personas ni a saber los motivos de aquella fiesta. Aunque era él, estaban allí por él, eso estaba claro.
Las horas pasaban, la fiesta seguía, pero él ya estaba demasiado cansado. Quería tranquilidad, quería volver a dormirse, quería estar tranquilo en aquella fantástica villa y rogó a su amigo, a quien antes le había despertado, que fuera diciéndole a la gente que la fiesta se había acabado y que les estaba muy agradecido. Estaba agotado y solo tuvo fuerzas para obligar a irse a algunos invitados que se escondían para no ser descubiertos. Fue localizando uno por uno a todos, les fue pidiendo que se fueran y estos lo hicieron amablemente, aunque un poco a regañadientes.
Todos le daban abrazos antes de hacerlo, todos le daban la enhorabuena y le deseaban lo mejor. Todos eran amigos pero no acertaba a recordar sus nombres.
Había sido una buena fiesta, había sido una fiesta muy larga y agradable. Una fiesta llena de interrogantes, una fiesta de la que él ignoraba los motivos, aunque en lo más profundo de su cerebro y su corazón le resultaran familiares. "Duerme, trata de dormir y descansar. ¿Te ha gustado? Seguro que sí, todos estaban aquí por ti. Han venido porque todos te quieren. Bueno, ya sé que no todos, has hecho muy bien en echar a aquél que no quería irse. Pero ahora descansa, descansa. Vuelve a tu mundo".
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