Todos nos sorprendimos aquel 15 de Mayo de 2011. De repente la Puerta del Sol de Madrid se empezó a llenar de gente. Ancianos, jóvenes, jubilados, empleados, gente de mediana edad, gente más joven, mujeres, parados, autónomos... Todos con un sentimiento común entre ellos, estaban hartos. Estaban hartos de pagar impuestos y no llegar a fin de mes. Estaban hartos por tener miedo a que llegara algún día en que no recibieran su pensión a pesar de los años cotizados. Estaban hartos de no dormir por las noches porque no llegaban a fin de mes teniendo que mantener a sus hijos pequeños.
Estaban hartos por no poder pagar sus hipotecas, alquileres y facturas. Estaban hartos de que cada vez subieran más los impuestos y nunca hubiera suficiente. Estaban hartos de no encontrar trabajo después de haber perdido sus negocios. Estaban hartos de ver como sus hijos se iban haciendo mayores y no tenían futuro. Estaban hartos de ver como se les estaba intentando convencer de que su hartazgo era injustificado porque todo iba mejor de lo que pensaban. Estaban hartos de ver a los responsables de su situación tan tranquilos, paseando con su escolta y montándose en sus flamantes coches oficiales. Estaban hartos y a los responsables eso les empezaba a dar miedo.
De repente aparecieron unos imberbes con mucha labia y con una única idea, apropiarse del hartazgo de la gente. Apropiarse de sus miedos y sus temores vendiéndoles soluciones idílicas, irrealizables y falsas. Aparecieron unos imberbes que poco a poco se fueron haciendo con el espacio de esa gente normal y haciéndolo suyo. Aparecieron con su camarilla, todos ellos con la lección bien aprendida y con megáfono en mano para contarnos sus patrañas. Aparecieron los que decían ser antisistema, pero que no eran más que unos comunistas enviados por el mismo sistema para reventar aquello que surgió espontáneamente. Aparecieron y la gente normal se volvió a sus casas, pensando con resignación que no había nada que hacer y que todo estaba perdido una vez más. La gente se fue y se quedaron ellos y su camarilla apropiándose de algo que no era suyo para acabar con ello.
Hoy ya están todos colocados en flamantes puestos. Ya forman parte del sistema, hablan de vez en cuando de algo que destrozaron y robaron. Ya han recibido el pago a los servicios prestados.
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