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Hostelero, especie en riesgo de extinción.

Me siento muy identificado con el sector hostelero, me gusta, me caen muy bien, mi familia materna ha tenido siempre un negocio hostelero y yo lo he vivido muy de cerca desde que nací, debe ser por eso que me gustan tanto los bares y me da tanta pena lo que están sufriendo en estos momentos.
Al ser un sector claro de servicios, la hostelería, siempre ha sido uno de los gastos de los que más podríamos haber prescindido los españoles en esta crisis de no ser por el arraigo que tiene dentro de nuestra sociedad. Al ser el nuestro un país turístico, el hostelero es un sector fundamental, al disfrutar nuestro país de buen tiempo durante gran parte del año hacemos mucha vida en la calle y disfrutamos mucho de nuestros bares y, además a los españoles nos gusta mucho alternar y hacer vida social en el bar.
Pero parece que a nuestros gobiernos el sector hostelero le produce urticaria si no no se pueden entender muchas de las leyes que están haciendo que día a día pierdan cada vez más clientes, o si no más clientes, más consumo.
Es de sobra conocido que cada vez que el gobierno necesita subir impuestos los primeros afectados sean las gasolinas, el tabaco y el alcohol, cada vez que esto se hace es como una china más que se pone en el camino del ya maltratado negocio del hostelero.
Pero la manía persecutoria por parte del gobierno, porque no se puede hablar de otra forma, que están sufriendo los pobres hosteleros viene, sobre todo, de la época del gobierno del ínclito José Luis Rodriguez Zapatero (el día que la historia ponga en su sitio a este indeseable nos daremos cuenta del gran daño que ha hecho este tipejo a nuestro país). Pues bien Zapatero empezó a darle a puntilla al sector, el indeseable primero hizo una ley en la que tanto restaurantes como bares podían tener la opción de admitir que se fumara o no, en el caso de los restaurantes debían diferenciar la zona de fumadores de la de no fumadores, con la gran inversión que esto llevaba consigo, una inversión importante para unos empresarios que ya empezaban a sufrir los efectos de la crisis.
Al poco tiempo el gran Zapatero decide que no, que donde decía digo tenía que decir Diego, como en casi todo, y saca una ley por la que se prohibe fumar en los bares, restaurantes y hoteles. La inversión que el hostelero había hecho hacía escasamente un año se tiraba a la basura y además la prohibición de fumar les perjudicaba claramente, los clientes seguimos visitando el bar pero donde consumíamos dos ahora consumimos una. Si a esa ley le sumamos la crisis galopante que ya sufríamos imaginen el panorama.
Pero llega Mariano Rajoy y a las continuas subidas de impuestos que ha ido haciendo y a la no revisión de la ley que prohibe fumar en estos locales le añade la ultima e impresionante subida de impuestos de alcohol y tabaco que ha ordenado. El hostelero nada claramente en contracorriente, vamos que intenta subir las cataratas del Niágara a nado.
No se en el caso del resto de clientes habituales de bares y restaurantes, yo soy un cliente habitual tanto de bares como de restaurantes pero, lo siento mucho señores hosteleros, lo siento de verdad, pero yo este gasto es un gasto que empiezo a no poder permitirme y seguramente tenga que reducir mis visitas a sus locales, denle las gracias a nuestro gobierno. 
Gobierno de España.

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