La Botella está medio vacía

Tenemos un país con una gran historia, llena de personajes ilustres, de buenos pintores, escultores, científicos, poetas, escritores...e incluso políticos. Ha habido políticos a lo largo de la historia de España que, por una razones u otras, han marcado una época y han pasado a la historia de este país, ya sea para lo bueno o para lo malo.

Pero eran esos personajes los que han pasado a la historia, no sus hermanos, ni sus tíos, ni sus primos, ni sus maridos, ni sus esposas. Hay una cierta costumbre, sobre todo en la historia más reciente, de asociar que porque fulanito sea un buen actor su hermano también tiene que serlo, que porque menganito sea un buen médico su tío también tiene que serlo o que porque zutanito sea un buen político su esposa también tiene que serlo.

Este caso en concreto sucede en la familia Aznar-Botella, pero dentro de su propio núcleo familiar, que no fuera. Para mi Jose María Aznar ha sido uno de los mejores Presidentes de Gobierno de la historia más reciente de España. Pero esto no tiene nada que ver con su esposa Ana Botella, que como esposa será fantástica, pero como político es absolutamente desastrosa. 

Esta señora decide, cuando su marido abandona la política, dar el salto y comenzar su carrera política. Un gran salto si que dio porque no comenzó de cualquier forma, comenzó siendo concejal en el Ayuntamiento más importante de España, en el Ayuntamiento de Madrid. Y no se sabe muy bien como, ya sea por arte de magia o por arte de ser mujer de quien era, acabó siendo al poco tiempo alcaldesa de Madrid. Que cosas oye, alcaldesa nada menos.

Como alcaldesa está cometiendo errores de bulto, grandes meteduras de pata y ni ella, ni su marido, ni su partido quieren verlo. Esta señora no vale para ello, tiene que ser ella la primera en darse cuenta. Es muy admirable y muy importante en las personas la fuerza de voluntad, pero es mucho más importante y demuestra más inteligencia la persona que conoce sus limitaciones.

El Partido Popular de Mariano Rajoy parece estar echando una carrera contra si mismo y el caso de Ana Botella y el Ayuntamiento de Madrid es un claro ejemplo. Los errores que están cometiendo son tan grandes que los ve hasta un ciego. Señora Botella, déjelo, váyase a su casa o, si se aburre, ocupe su tiempo en otras cosas. Deje de hacer el ridículo como lo está haciendo se lo agradecerán primero su marido, después su partido y, sobre todo, los ciudadanos de Madrid.