Huelga general, hasta el infinito y más allá.

La vuelta de las vacaciones está siendo dura para los chicos de la UGT, están implicados en los ERE de Andalucía, les han pillado facturas de comilonas sin ningún tipo de control, facturas falsas, los relojes de Cándido Mendez, los ERE dentro de su propio sindicato, las indemnizaciones a sus trabajadores aplicando la reforma laboral que tan poco les gusta, sus suntuosas y carísimas sedes por toda España. Según su Secretario General, Cándido Méndez, no hay ningún problema, todo está controlado y duda mucho que su sindicato cometa todas esas fechorías de las que se les acusa. 

Dice el dicho que no hay mejor defensa que un buen ataque, eso es lo que debe haber pensado la UGT, acaban de amenazar con una nueva huelga general por la reforma de las pensiones, ¿que hará el número...? Difícil de recordar ya cuantas llevan contra el gobierno de Mariano Rajoy. 

Uno de los muchos problemas que tiene la gente que está acostumbrada a vivir sin hacer nunca nada es que pierde la noción de la realidad. Esto es lo que les pasa a nuestros sindicalistas, la falta de costumbre que tienen ellos de trabajar les lleva a pensar que a pesar de no trabajar nunca el dinero viene caído del cielo, como el maná. No se dan cuenta estos vagos crónicos que el resto de los españoles trabajamos para mantenerles sobre todo a ellos, que sus comilonas, sus juergas, sus magníficas sedes son a costa nuestra, a costa de nuestros riñones y nuestro sacrificio.

Ellos no están de acuerdo con algo y en lugar de sentarse a negociar o a hablar, ponen en práctica lo que mejor se les da, lo que hacen a diario, el no trabajar. El jugar con fuego todos los días y que no tenga consecuencia alguna y que la subvención estatal siga cayendo es lo que tiene.

Los sindicatos han pasado de ser el hermano tonto que nunca trabaja pero que no molesta demasiado, al hermano tonto que nunca trabaja y que encima te pide que le des la propina todos los días para irse de juerga. Ya está bien de tomadura de pelo, basta de subvenciones a los sindicatos, basta ya de huelgas generales y basta de robar. Sobre todo de robar queridos sindicalistas, mal está que no trabajéis nunca pero a mi no se os ocurra volver a meterme vuestra mano en mi bolsillo.