Por sus palabras los reconoceréis.

Está generando la nueva Ley del aborto que quiere poner en marcha el ministro de Justicia, Alberto Ruiz Gallardón una serie de comentarios incendiarios por parte de los pro abortistas bastante curiosos y que están completamente fuera de lugar. Se ha celebrado en el Congreso de los Diputados el primer pleno para comenzar a tratar el asunto y muchos comentarios han convertido este asunto tan delicado en un asunto con palabras demasiado gruesas.

No creo que el tema sea como para tratarlo así, al igual que hay mucha gente a favor del aborto también hay mucha gente que está en contra y, como en otros muchos asuntos de la política española, parece que con esa gente no hay que tener el mínimo de delicadeza necesario como para no herir sus sensibilidades. La gente que está en contra del aborto, al parecer, no merece el mismo respeto que las personas que están a favor.

La frase de Elena Valenciano "que no se defienda la vida de los no nacidos y si la defensa de la vida de las nacidas" dice mucho de esta mujer pero, en mi opinión, muy poco en su favor. ¿Por qué para tener en cuenta el respeto por la vida de las nacidas nos tenemos que olvidar de la defensa de la vida de los no nacidos?  ¿Por qué sólo hay que respetar la vida de las nacidas y no también la de los nacidos? Estoy completamente en desacuerdo con las posiciones tanto del PSOE como de IU con respecto al tema del aborto. No estoy de acuerdo con el aborto salvo para casos muy excepcionales y, desde luego, muy puntuales. El aborto se estaba utilizando últimamente como un método anticonceptivo en el que, además, ha habido mucha gente ganando mucho dinero importándoles más sus ingresos que el cumplimiento estricto de la ley, como el famoso caso de las clínicas del dr. Morín.

Pero lo peor de todo, en mi opinión, es la utilización de este asunto como un tema exclusivo de las mujeres. Es cierto que los hombres no podemos engendrar, pero también es cierto que para que una mujer se quede embarazada es absolutamente necesaria la participación de un hombre. La decisión de abortar o no nunca debe ser algo que deba decidir exclusivamente una mujer, la opinión del hombre, la opinión del padre es absolutamente necesaria. La mujer al abortar no está matando parte de su cuerpo, está acabando con la vida de un ser individual por cuya vida no debe decidir nadie, y mucho menos  ella sola.

Tratar este asunto como un problema de machismo o de feminismo deja las posiciones de quien utiliza esta argumentación tan simplista a la altura del betún.