La vida no es fácil, eso lo sabemos todos, la familia, el trabajo, el no trabajo, los hijos, la pareja. Todo es mucho más complicado de lo que, en principio, siempre nos planteamos. Cuando las cosas no van bien vienen las quejas con todo el mundo, las conversaciones se convierten en mono temáticas y al final siempre se acaba hablando de lo mismo. Cuando esto ocurre uno se tiene que dar cuenta de en que momento se está atravesando la raya, de cuando se pasa a ser un pesado o de cuando se acaba dando pena, lo cual es aún peor.
Que las cosas no van bien en España para casi nadie no es nada nuevo, a unos peor que a otros. Antes de celebrarse la gala de los Goya todos sabíamos por donde iban a ir los tiros, al fin y al cabo es casi siempre igual, oyendo las mismas reivindicaciones y los mismos discursos, lo que es en definitiva la misma película. ¿Cómo se puede manejar un negocio así? Para mi es algo incomprensible, para empezar la inmensa mayoría de las películas españolas no se empiezan a rodar hasta que no tienen la subvención pública, algo que en la mayoría de los sectores no ocurre. Si cualquier persona de este país quiere emprender un negocio no es que no le den una subvención es que a casi nadie se le ocurre ni siquiera pedirla.
Encima los discursos los da gente que sólo la ropa que lleva encima supone, en muchos casos, el sueldo de un empleado normal de prácticamente un año. Pero lo peor de todo es el ataque que los empleados de esta industria realizan sin ningún tipo de piedad contra más de la mitad de los clientes potenciales de la misma. Atacar una determinada ideología política, de la forma en que ellos lo hacen, ofende a mucha gente. Gente que en la mayoría de los casos no consume ese producto, a ellos les debe dar igual, para eso tienen la subvención.
La película de los Goya es una película en la que, año a año, se repite el mismo argumento, el guión es repetitivo y ya no resulta ni original ni interesante para casi nadie. Si hay algo que siempre me ha gustado del cine es la imaginación y la originalidad de la mayoría de las historias que nos cuentan. Esta película, la película de todos los años, no me interesa, me aburre, me cansa, me ofende y, lo que es peor, no me da pena, me da asco.
Como ya decía en un artículo que habías escrito anteriormente no veo bien que se le de subvenciones al cine, pero tampoco quiero que se le dé a nadie, ni partidos, sindicatos, entes empresariales o incluso a las religiones. Pero desgraciadamente siendo una persona de izquierdas resulta que soy más liberal que muchos de los votantes del PP.
ResponderEliminarSi me ha enseñado la historia que cuando se producen revoluciones o cambios, la clase más baja es la que primero sale a la calle y casi nadie le hace caso. Los resultados se producen cuando la clase media y personas influyentes empiezan a abanderar la lucha. Entiendo que resulta un poco hipócrita pedir igualdad con el nivel de vida que tienen, pero son hipócritas con razón, pues si hasta ellos piden esos cambios que están con una vida cómoda, es porque hace falta.
Lo vuelvo a repetir, a mi, y a muchos como a mi, nos ofenden. Son unos hipócritas que sólo se arriman al sol que más les calienta.
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