Es una verdadera mala suerte para un niño tocar el clarinete, o que le guste pintar, o que a veces no necesite estar con nadie porque tiene un mundo interior demasiado interesante para que lo entiendan sus compañeros de clase, o que no haga los mismos chistes que el resto, o que no le guste el fútbol, o que le guste la música clásica, o que le guste cantar o que no sea el que más salta en gimnasia, o que a los 12 años le guste más seguir siendo niño durante algún año más que un adulto prematuro. Es demasiada mala suerte porque ese niño va a ser carne de cañón para el resto de los niños de su clase.
Los niños no son tan distintos a los adultos, esa competición, ese reírse del que es diferente, el aprovecharse sin piedad del que creen más débil, eso no es sólo cosa de niños, los que ya no somos niños estamos hartos de verlo desde el colegio hasta ahora que somos adultos. Pero cuando eres niño pasa algo que no pasa cuando eres adulto, cuando eres niño, esos payasos que se pasan el día tocándote las narices te hacen mucho daño, te hacen sufrir de verdad.
Si me dan a elegir entre un niño de los que se consideran guays y que está todo el día tocándole las narices y riéndose de sus compañeros menos guays de clase, me quedo con el que sufre, me quedo con el débil. Para mi, como padre, sería un disgusto terrible ser el padre del guay, del chulo y del que se ríe de todos, algo habría hecho yo mal, seguro. Para mi, como padre, es un orgullo y una bendición ser el padre de mi hijo, del que sufre, del diferente, porque, a su edad, ya es una bellísima persona. Ahora sólo me toca ejercer con más fuerza mi labor de padre, ahora me toca proteger más a mi hijo y, la verdad, yo encantado.
Muy bonito post. Eres un gran padre y tienes unos hijos estupendos. Ojalá yo algún día pueda presumir de tener un hijo como el tuyo Javier...
ResponderEliminarMuchas gracias Juan, ya verás, seguro que si.
EliminarLos chicos "débiles" son mucho más interesantes. Hay niños con tanta maldad como la que tienen algunos adultos, y esto lo sabemos todos los que hemos sido marginados en el colegio. Buen post.
ResponderEliminarMuchas gracias Pilar.
EliminarFui una niña "rara" "poco o nada guay" toda mi vida escolar desde que mis padres me trajeron a España. En Alemania fui feliz en el colegio. Lo viví en mis carnes y sin contar nada en casa porque allí también era una niña maltratada. Nunca permití que mis hijos crecieran sin apoyo. Siempre estoy ahí por si me necesitan. Somos una piña.
ResponderEliminarMe ha emocionado este post.