Vaya con la alta tecnología.

Los adelantos técnicos que hemos vivido en los últimos, digamos, treinta años son alucinantes, de eso no cabe ninguna duda. En estos años hemos pasado, por ejemplo, a enterarnos de una noticia sucedida al otro lado del mundo casi en el mismo momento que sucede, increíble de verdad. El avance tecnológico es casi siempre positivo, es una herramienta que bien usada es una muy buena noticia para todos. Pero como todo en esta vida también está la tecnología mal usada, o la tecnología usada para la supuesta defensa nacional, la tecnología utilizada en el espionaje de las personas. 

Recuerdo una película protagonizada por Will Smith, "Enemigo Público", en la que el protagonista era perseguido injustamente por una agencia secreta del gobierno. El pobre protagonista no podía ni llamar por teléfono, ni usar sus tarjetas de crédito, prácticamente nada. Era detectado por los malos de forma inmediata, incluso vía satélite. ¿Y todo esto es verdad o pura ciencia ficción? Yo creo que sólo en parte es verdad, tan alta tecnología es también falseada por los gobiernos para parecer que nos tienen más controlados de lo que estamos en realidad. Es decir, creo que se crea una especie de leyenda con la tecnología de la que disponen los gobiernos con intenciones propagandísticas y, eminentemente, disuasorias.

Habrá mucha gente que esté en desacuerdo conmigo, pero voy a poner dos ejemplos para explicarlo. Estos dos ejemplos demuestran que cuando esa tecnología punta ha sido más necesaria ha fallado más que una escopeta de ferias.

Los Estados Unidos tienen el planeta prácticamente a su merced, todo controlado, hasta la última llamada telefónica, saben hasta lo que hacemos todos en el baño. Puede ser verdad, pero el 11 de Septiembre de 2001 dos aviones cargados de pasajeros se colaron hasta el corazón de la ciudad más importante del mundo, Nueva York, y se cargaron dos de sus edificios más emblemáticos acabando con ellos y con la vida de miles de personas. Nos podrán decir lo que quieran, nos explican que había sospechas que algo así podría ocurrir, pero ocurrió. ¿De que sirvió esa tecnología entonces? No se si habrá evitado muchas más muertes que no sabemos, pero el caso es que ese fue un fallo y de los gordos.

Ahora estamos pasando por otro fallo, el famoso vuelo desaparecido de Malasya Airlines con más de 200 pasajeros a bordo. Satélites, GPS, radares que localizan el punto exacto de cualquiera, pero llega un avión entero, y no de los pequeños, y se evapora. Se especula con el accidente, se especula con el atentado, se especula con el secuestro, pero el caso es que ha pasado hace más de una semana y las grandes supermegapotencias mundiales, líderes en tecnología no tienen ni la más remota idea ni de lo que ha ocurrido ni donde se encuentra ese avión.

Recuerdo que cuando mis hijos eran pequeños y ponía el GPS del coche les decía que llevaba una señora junto al motor que nos decía por donde teníamos que ir. Ellos sufrían por ella y, cuando parábamos en una gasolinera en verano, siempre me decían que la comprara una Coca Cola porque tenía que estar pasando mucho calor. Hay veces que esa tecnología tan puntera que manejan las potencias mundiales parece la señora que yo llevaba junto al motor de mi coche, un cuento. El caso es que cuando más falta hace nunca funciona.