Es curioso la razón que tiene el famoso refrán de: "el que no llora no mama". Sobre todo en un país como España, el que cumple con sus obligaciones, el que no protesta, el que vive y deja vivir, acaba pisoteado, apartado y su vida depende de las decisiones que se tomen para favorecer al que protesta, no cumple con la ley y siempre está en desacuerdo. Estamos en campaña electoral y los partidos políticos, como es habitual, se pasan el día haciendo propuestas a veces extrañas, a veces injustas, otras ridículas y otras absurdas.
La última ha sido la de uno de los candidatos a la UE por parte del partido socialista, Ramón Jáuregui. El señor Jáuregui pide al Presidente del Gobierno disolver las Cortes a finales de 2015, convocar elecciones a Cortes constituyentes y que en la próxima legislatura se acuerde una nueva constitución en sentido federal, nada menos. Y todo esto sería para que, en teoría y sólo en teoría, los catalanes independentistas tuvieran lo que, en teoría, quieren y todos viviéramos tranquilos y felices en una España unida y que desaparecieran los separatismos prácticamente. ¿Pero alguien se puede creer esto de verdad?
De los casi 47.000.000 de personas que vivimos en España resulta que en una región, en la que viven unos 7.000.000 de personas, de las cuales estarán a favor del independentismo, vamos a poner que la mitad 3.500.000, deciden sobre lo que hace el resto, la mayoría. ¿Pero que clase de tomadura de pelo es esta Ramón? Vamos a seguir imaginando, imaginemos que Rajoy atiende a la propuesta de Jáuregui, ¿cuanto tardarían los independentistas en volver a pedir más cosas? Yo creo, personalmente, que empezarían a pedir más cosas al día siguiente, sin más, al día siguiente algo nuevo. Y mientras tanto el resto de las regiones de España a vivir como borregos y en función a los deseos de menos de un 10% de la población.
Se habla mucho en este país de cambiar la constitución, ¿cómo vamos a saber si esta constitución que tenemos ahora es buena o mala si nadie la cumple nunca? El problema para toda esta gente es una constitución que muchas veces no cumple ni siquiera el Gobierno, hay que ser un adivino para saber si la que tenemos funciona o no porque rara vez se pone en práctica.
Menos mal que las campañas electorales duran sólo quince días, si duraran más acabaríamos todos volviéndonos más locos de lo que estamos, que ya es bastante.
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